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23.10.09
en
21:46
| Autora:
Nicole ♥
Estaba en una calle, la luna nueva se elevaba por el cielo, trayendo consigo una oscuridad aterradora. No había nadie allí, al parecer era bastante tarde. ¿Qué hacía yo en ese lugar? ¿tenía algo que hacer allí, por casualidad? no lo sabía. Caminé, sin rumbo aparente, en busca de alguna señal humana. Parecía un pueblo abandonado. No me imagino que habrá pasado para que la gente abandonara aquel lugar dejando todas sus pertenencias, huyendo despavorido, como si la muerte fuera tras ellos. Estaba todo intacto, sin derrumbes, ni madera quemada. Por lo que, ningún desastre natural podría haber ocasionado aquello. Era realmente extraño. La luz de los faroles, alumbraba tenuemente, ya que eran viejos y estaban cansados de alumbrar un lugar sin vida. La brisa, helada y escalofriante, meneaba suavemente la hierba, oscurecida por la sombra de la noche. Pasé por una vitrina, y me dio curiosidad saber como iba vestida, por lo que me acerqué un poco más para verme reflejada en el vidrio. Era simple: unos pescadores blancos de tela, y una camiseta sin mangas tono pomelo. Llevaba el pelo suelto, algo enmarañado. Estaba blanca como nunca antes lo había estado y las ojeras dominaban la atención hacia ellas. Parecía muerta: era la mejor descripción. No sé por que no sentía frío, si estaba tan desabrigada.Estaba dispuesta a darme vuelta y seguir mi caminata, pero algo me detuvo. En mi reflejo, atrás mio, había algo que no había visto jamás, por lo que el pánico invadió mi cuerpo y logró que me tensara, a tal punto, que no me podía mover. Era un sombra, oscura, maléfica, amenazante. Se acercó a mi, tal como si quisiera propinarme una caricia, me envolvió con suavidad, tal como lo haría una brisa de verano. Parecía con buenas intenciones, y aunque no tuviera rostro, ni algún carácter humano, la expresión lo delataba: estaba sediento de muerte, sediento de dolor, de sufrimiento. Me quedé embobada, no sabía si correr e intentar escapar, o tan solo dejarme llevar, por ese falso placer de alivio. Era una satisfacción falsa, sabía lo que quería realmente. Quería hacerme uno de los suyos, quería reclutarme, por así decirlo, y beber de mi condena.Se me abrieron los ojos de golpe, y corrí en una dirección, tal vez la equivocada. Solo quería escapar de aquel vago sentimiento. Me sentía vacía, como si me hubieran quitado parte de mis buenas experiencias, parte del afecto que me habían entregado a lo largo de toda mi vida, parte de mi alma, parte de mi vida. Sentía que mis piernas me fallaban, también como el cansancio se apoderaba de mi, y como un susurro sordo hablaba al lado de mi oreja: "Samantha, no puedes escapar, ya eres parte de nosotros, ya tenemos una parte de ti, y no la podrás recuperar jamás, acepta el final de tu historia, y será menos doloroso para ti. No niegues lo innegable, no acudas al amor, todo eso te corrompe el espíritu, la muerte, es el único y verdadero alivio, únete a nosotros, por las buenas, o por las malas. Tú eliges." Cada vez sentía más miedo, miedo de la muerte, de lo que había después de ella, de olvidar los buenos ratos, de perder la sensación de amistad, de perder a mis seres queridos. ¿Y si tenían razón? tal vez toda la vida era un disfraz, y tan solo la muerte era el real alivio, y no se comparaba con la sensación de ser amada, esto lo superaba, iba más allá de lo humano. Era tentador. El dolor comenzaba a aferrarse de mi, y sentía una gran opresión en el pecho, que apenas me dejaba respirar. Comencé a jadear, quería gritar, quería morirme de una vez. Los faroles comenzaron a escasear. y yo me dirigía hacia el final del pueblo, entrando hacia la carretera, dirigiéndome hacía otro lugar. Había un cartel, donde indicaban el próximo pueblo más cercano. Decía: "Αθήνα 357 km. (Atenas)" ¿Estaba en Grecia? ¿La ciudad más cercana era la capital? ¿Tan lejos estaba? ¿Como podría llegar allí corriendo, perseguida por espíritus maléficos? (digo espíritus, porque ahora eran varios). El terror dominó mi cuerpo, estaba perdida, completa y totalmente perdida.Entonces desperté, y proferí un grito medio ahogado, llena de terror, las lágrimas corrían por mi rostro sin cesar. El doctor Marín entro corriendo, mientras gritaba: "¡Emergencia, parece que tiene un ataque!", pero entonces se dio cuenta, que me encontraba bien, pero algo agitada. Tarde un rato en tranquilizarme.- Fue solo una pesadilla, doctor. -dije mientras me secaba las lágrimas.- ¡Valla, puedes hablar! ¡que maravilla! -dijo el doctor, sumamente sorprendido.- Si bueno, aunque aún estoy un poco ronca.- Me alegro mucho. Bueno, los exámenes están mañana, ahí veremos si es que te agarraste algo más grave, aunque al parecer, todo este alboroto a sido por una simple gripe. La enfermera me dijo ayer que te dolía la cabeza y la garganta, así que es lo más probable, tan solo una laringitis o algo así. Hay que ver.- Eso espero, doctor. Aunque ya no me duele mucho la garganta, y no me a dado fiebre.- Bueno, en realidad si has estado con un poco de fiebre, es de lo más normal. A propósito pequeña, ¿porqué gritabas?- Mm.. -me dio un escalofrío al recordar mi pesadilla- es que tube un muy mal sueño, era aterrador.- ¿Y no me lo quieres contar? -dijo con tono paternal. La verdad es que era muy amable.- No me acuerdo de mucho. -mentí- Eso está mejor, no vale la pena recordar cosas feas, de seguro a sido todo una alucinación por la fiebre, -dijo con una sonrisa- bueno, tengo que ir a ver a otros pacientes. Nos vemos Sam.- Adiós.Estaba tan, pero tan feliz. Aunque ya sabía de mi recuperación, volver a tener voz era genial, aunque, estaba un poco transformada, ya sabes, por la irritación. Aquel sueño, no lo olvidaría jamás, era tan real y tan aterrador, yo sé que tiene un significado para mi. Y sé que esto, aunque quisiera, no es una simple gripe, aunque para los ojos de los doctores sea así. Yo sé la realidad. Tengo que averiguar más acerca de esto.- ¡Hola Samanthita! ¿como estás? -dijo mi madre en tono meloso, de seguro ya se había enterado. No la había visto llegar.- Odio que me llames así.- Uy, ni siquiera un hola, ¿eso es lo que me querias decir al recuperar tu voz?- Hola mamita. -le dije con el mismo tono meloso que ella utilizo.- Eso está mejor. ¡Mira lo que te traje! -me hablaba como a una niña en navidad, de verdad estaba emocionada. Ya veía que sacaba una barbie de la mochila o algo así.- Deja ver.Me pasó un libro forrado en plástico, "La isla bajo el mar" de Isabel Allende. Ella es una de mis escritoras favoritas, y le había mencionado a mi madre de su nuevo libro, el cual trata sobre la vida de una niña esclava, muy interesante.- Valla, ¡gracias! algo para entretenerme en este horrible lugar. ¿Cómo está Cris?- De nada chiquita. El ahora no está acá, unos amigos lo llamaron de Santiago para el matrimonio de uno de ellos. Devería haber ido con él, pero no pensaba dejarte sola.- ¿Y como va todo? ¿algo interesante que contar?- Nada mucho, la verdad, esta todo muy tranquilo. Ayer empezé en la nueva agencia, ya sabes, a la que me trasladaron, era más cómoda la de Santiago, pero no puedo hacer nada.- ¿Algún nuevo amigo?- Y bueno, hay una chica muy simpática, pero parece envidiosa. ¡Oh, que tarde es! ya está terminando la hora de almuerzo, debo volver al trabajo.- ¿Usaste tu hora de almuerzo para venir a verme?- Por supuesto muñeca.- Eres lo más, mamá. Te quieroMe dió un beso y se fué casi corriendo, pero antes le pedí si me podía conseguir un libro sobre los mitos y leyendas de Grecia. A ella le extraño bastante, pero no me puso oposición. Me dijo que lo traería mañana. Tenía que averiguar más sobre todo esto.Al poco rato me trajieron el almuerzo, sopa de tomates y ensalada de lechuga. Tenía un montón de hambre. Más rato me volvió a visitar el doctor Marín y me dijo que me quitarían el suero y pasado mañana ya me darían de alta, aunque todo depende de los exámenes. Leí el resto de la tarde, esperando a Fabián, pero este no apareció. Esto me apenó bastante, lo esperaba con ansias. Como no llegó, y yo ya me estaba aburriendo, prendí la tele y ví un capítulo de "H2O; sirenas del mar", después uno de "Isa tkm", y me dormí viendo el final de este. Antes de dormirme, tan solo pensaba en no volver a tener el mismo sueño de antes.
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Estaba en una calle, la luna nueva se elevaba por el cielo, trayendo consigo una oscuridad aterradora. No había nadie allí, al parecer era bastante tarde. ¿Qué hacía yo en ese lugar? ¿tenía algo que hacer allí, por casualidad? no lo sabía. Caminé, sin rumbo aparente, en busca de alguna señal humana. Parecía un pueblo abandonado. No me imagino que habrá pasado para que la gente abandonara aquel lugar dejando todas sus pertenencias, huyendo despavorido, como si la muerte fuera tras ellos. Estaba todo intacto, sin derrumbes, ni madera quemada. Por lo que, ningún desastre natural podría haber ocasionado aquello. Era realmente extraño. La luz de los faroles, alumbraba tenuemente, ya que eran viejos y estaban cansados de alumbrar un lugar sin vida. La brisa, helada y escalofriante, meneaba suavemente la hierba, oscurecida por la sombra de la noche. Pasé por una vitrina, y me dio curiosidad saber como iba vestida, por lo que me acerqué un poco más para verme reflejada en el vidrio. Era simple: unos pescadores blancos de tela, y una camiseta sin mangas tono pomelo. Llevaba el pelo suelto, algo enmarañado. Estaba blanca como nunca antes lo había estado y las ojeras dominaban la atención hacia ellas. Parecía muerta: era la mejor descripción. No sé por que no sentía frío, si estaba tan desabrigada.Estaba dispuesta a darme vuelta y seguir mi caminata, pero algo me detuvo. En mi reflejo, atrás mio, había algo que no había visto jamás, por lo que el pánico invadió mi cuerpo y logró que me tensara, a tal punto, que no me podía mover. Era un sombra, oscura, maléfica, amenazante. Se acercó a mi, tal como si quisiera propinarme una caricia, me envolvió con suavidad, tal como lo haría una brisa de verano. Parecía con buenas intenciones, y aunque no tuviera rostro, ni algún carácter humano, la expresión lo delataba: estaba sediento de muerte, sediento de dolor, de sufrimiento. Me quedé embobada, no sabía si correr e intentar escapar, o tan solo dejarme llevar, por ese falso placer de alivio. Era una satisfacción falsa, sabía lo que quería realmente. Quería hacerme uno de los suyos, quería reclutarme, por así decirlo, y beber de mi condena.Se me abrieron los ojos de golpe, y corrí en una dirección, tal vez la equivocada. Solo quería escapar de aquel vago sentimiento. Me sentía vacía, como si me hubieran quitado parte de mis buenas experiencias, parte del afecto que me habían entregado a lo largo de toda mi vida, parte de mi alma, parte de mi vida. Sentía que mis piernas me fallaban, también como el cansancio se apoderaba de mi, y como un susurro sordo hablaba al lado de mi oreja: "Samantha, no puedes escapar, ya eres parte de nosotros, ya tenemos una parte de ti, y no la podrás recuperar jamás, acepta el final de tu historia, y será menos doloroso para ti. No niegues lo innegable, no acudas al amor, todo eso te corrompe el espíritu, la muerte, es el único y verdadero alivio, únete a nosotros, por las buenas, o por las malas. Tú eliges." Cada vez sentía más miedo, miedo de la muerte, de lo que había después de ella, de olvidar los buenos ratos, de perder la sensación de amistad, de perder a mis seres queridos. ¿Y si tenían razón? tal vez toda la vida era un disfraz, y tan solo la muerte era el real alivio, y no se comparaba con la sensación de ser amada, esto lo superaba, iba más allá de lo humano. Era tentador. El dolor comenzaba a aferrarse de mi, y sentía una gran opresión en el pecho, que apenas me dejaba respirar. Comencé a jadear, quería gritar, quería morirme de una vez. Los faroles comenzaron a escasear. y yo me dirigía hacia el final del pueblo, entrando hacia la carretera, dirigiéndome hacía otro lugar. Había un cartel, donde indicaban el próximo pueblo más cercano. Decía: "Αθήνα 357 km. (Atenas)" ¿Estaba en Grecia? ¿La ciudad más cercana era la capital? ¿Tan lejos estaba? ¿Como podría llegar allí corriendo, perseguida por espíritus maléficos? (digo espíritus, porque ahora eran varios). El terror dominó mi cuerpo, estaba perdida, completa y totalmente perdida.Entonces desperté, y proferí un grito medio ahogado, llena de terror, las lágrimas corrían por mi rostro sin cesar. El doctor Marín entro corriendo, mientras gritaba: "¡Emergencia, parece que tiene un ataque!", pero entonces se dio cuenta, que me encontraba bien, pero algo agitada. Tarde un rato en tranquilizarme.- Fue solo una pesadilla, doctor. -dije mientras me secaba las lágrimas.- ¡Valla, puedes hablar! ¡que maravilla! -dijo el doctor, sumamente sorprendido.- Si bueno, aunque aún estoy un poco ronca.- Me alegro mucho. Bueno, los exámenes están mañana, ahí veremos si es que te agarraste algo más grave, aunque al parecer, todo este alboroto a sido por una simple gripe. La enfermera me dijo ayer que te dolía la cabeza y la garganta, así que es lo más probable, tan solo una laringitis o algo así. Hay que ver.- Eso espero, doctor. Aunque ya no me duele mucho la garganta, y no me a dado fiebre.- Bueno, en realidad si has estado con un poco de fiebre, es de lo más normal. A propósito pequeña, ¿porqué gritabas?- Mm.. -me dio un escalofrío al recordar mi pesadilla- es que tube un muy mal sueño, era aterrador.- ¿Y no me lo quieres contar? -dijo con tono paternal. La verdad es que era muy amable.- No me acuerdo de mucho. -mentí- Eso está mejor, no vale la pena recordar cosas feas, de seguro a sido todo una alucinación por la fiebre, -dijo con una sonrisa- bueno, tengo que ir a ver a otros pacientes. Nos vemos Sam.- Adiós.Estaba tan, pero tan feliz. Aunque ya sabía de mi recuperación, volver a tener voz era genial, aunque, estaba un poco transformada, ya sabes, por la irritación. Aquel sueño, no lo olvidaría jamás, era tan real y tan aterrador, yo sé que tiene un significado para mi. Y sé que esto, aunque quisiera, no es una simple gripe, aunque para los ojos de los doctores sea así. Yo sé la realidad. Tengo que averiguar más acerca de esto.- ¡Hola Samanthita! ¿como estás? -dijo mi madre en tono meloso, de seguro ya se había enterado. No la había visto llegar.- Odio que me llames así.- Uy, ni siquiera un hola, ¿eso es lo que me querias decir al recuperar tu voz?- Hola mamita. -le dije con el mismo tono meloso que ella utilizo.- Eso está mejor. ¡Mira lo que te traje! -me hablaba como a una niña en navidad, de verdad estaba emocionada. Ya veía que sacaba una barbie de la mochila o algo así.- Deja ver.Me pasó un libro forrado en plástico, "La isla bajo el mar" de Isabel Allende. Ella es una de mis escritoras favoritas, y le había mencionado a mi madre de su nuevo libro, el cual trata sobre la vida de una niña esclava, muy interesante.- Valla, ¡gracias! algo para entretenerme en este horrible lugar. ¿Cómo está Cris?- De nada chiquita. El ahora no está acá, unos amigos lo llamaron de Santiago para el matrimonio de uno de ellos. Devería haber ido con él, pero no pensaba dejarte sola.- ¿Y como va todo? ¿algo interesante que contar?- Nada mucho, la verdad, esta todo muy tranquilo. Ayer empezé en la nueva agencia, ya sabes, a la que me trasladaron, era más cómoda la de Santiago, pero no puedo hacer nada.- ¿Algún nuevo amigo?- Y bueno, hay una chica muy simpática, pero parece envidiosa. ¡Oh, que tarde es! ya está terminando la hora de almuerzo, debo volver al trabajo.- ¿Usaste tu hora de almuerzo para venir a verme?- Por supuesto muñeca.- Eres lo más, mamá. Te quieroMe dió un beso y se fué casi corriendo, pero antes le pedí si me podía conseguir un libro sobre los mitos y leyendas de Grecia. A ella le extraño bastante, pero no me puso oposición. Me dijo que lo traería mañana. Tenía que averiguar más sobre todo esto.Al poco rato me trajieron el almuerzo, sopa de tomates y ensalada de lechuga. Tenía un montón de hambre. Más rato me volvió a visitar el doctor Marín y me dijo que me quitarían el suero y pasado mañana ya me darían de alta, aunque todo depende de los exámenes. Leí el resto de la tarde, esperando a Fabián, pero este no apareció. Esto me apenó bastante, lo esperaba con ansias. Como no llegó, y yo ya me estaba aburriendo, prendí la tele y ví un capítulo de "H2O; sirenas del mar", después uno de "Isa tkm", y me dormí viendo el final de este. Antes de dormirme, tan solo pensaba en no volver a tener el mismo sueño de antes.