Capítulo 21: Leyenda ♥

18.12.09 en 10:53

Con un movimiento de cabeza brusco me centré en el presente. Abrí el libro con delicadeza. La tapa era café, y con bordes como de ramas. Olía a viejo. En el centro titulaba “Criaturas mitológicas y leyendas de Grecia” y abajo ponía editorial minotauro. Muy a juego.


Tenía algo así como 120 páginas. Era muy sencillo. En el índice salían muchas cosas, tipo: “Abante”, Arpías”, “Basilisco”, “Centauros”, “Cíclopes”, “El dragón de Cólquida”, “Hidra de Lerna”, “Hipocampo”, “Janto y Balío”, “León de Nemea”, “Medusa”, “Minotauro”, “Ortro”, “Pegaso”, “Las sirenas y su canto”, “Zorra Teumesia”, “Las yeguas de Diómedes”, “Toro de Creta”, “Telquines” y muchas más descripciones, sus historias y leyendas. Además, incluía una guía completa sobre los dioses Griegos.


De casi todas me habían contando historias, o en algún sitio había oído la leyenda. Eran muy interesantes. Pero, después de ojear algunas cosas sospechosas, me centré en lo que más me llamaba la atención.


Quede paralizada con la descripción. Todo cuadraba.


Esa noche no dormí. O quizá si. No lo sé. Tenía mucho miedo como para darme cuenta si dormía, soñaba o miraba a la oscuridad sumida en mis pensamientos. ¿Porqué me habían elegido a mi, entre millones de personas en el mundo?, o, ¿Por qué cuando recién empezaba a tener esos sentimientos?, o mejor aún, ¿Porqué tenía que ser mujer? Ahora que lo pensaba, era más odioso de lo que creí siempre. Tener el periodo, la celulitis, las estrías y la depilación nunca habían sido preocupaciones para mí. Pero, sumándole esto, era mil veces peor.


Los exámenes delataron que tenía una anemia leve, por eso el desmayo. Y una gripe de otoño. Nada más. Pero yo sabía que no era así. Podría haberme ido hoy, pero prefería esperar a mañana, porque hoy no me podía venir a recoger mi madre, y no me quería exponer a ningún riesgo caminando por ahí en estas condiciones. De solo pensarlo se me ponían los pelos de punta. Le asentí fríamente a la enfermera cuando me vino a dar los resultados. Ella le restó importancia, y se marchó tarareando alegremente una canción desconocida para mí.


Fabián nunca llegó. Ni un mensaje, ni una llamada. No me animé a llamarlo. No sabía que era lo que pasaba, seguro que tenía sus razones. Más bien; me daba miedo seguir acercándome a él. Pero era inevitable.


Todo me daba vueltas. Tal vez tan solo había sido una horrible pesadilla. Tanteé con desesperado frenetismo la mesilla de noche que estaba a mi lado, en busca del interruptor de la lámpara. Todo era silencio. Volví a tomar con delicadeza el libro, y abrí el índice, buscando con morbosidad el título que necesitaba. Ansiaba que hubiera sido una equivocación mía, una alucinación de la fiebre. Pero allí estaba, intacto, casi alegre, impreso en aquella página color amarillo desgastado.


Con un gesto de amargura, y con el estómago en la garganta, me decidí a comprobar lo incierto. A manipular mi cordura. Abrí la página 63.


“Kαταραμένος χήρες (Viudas malditas):


Su nombre se remonta hace más de 100 generaciones atrás, cuando en las proximidades de Atenas solía existir un pequeño pueblo, del que se dice, su nombre era “Frustración Celestial”. De aquel pueblo, tan solo quedan ruinas actualmente.


La leyenda se basa en un grupo de vecinas que solían tararear alegremente mientras tejían al calor del fuego en sus casas, a la espera de sus maridos.Lo que ellas no sabían, es que el grupo de hombres después del trabajo se iban a los burdeles de la zona, y llegando con la excusa de que estaban muy cansados, se acostaban enseguida, sin levantar sospechas. Pero ellas eran felices tan solo con eso: una pequeña muestra de afecto, por parte de aquellos por los que se desvivían trabajando, cuidando la casa, y los niños, con un enamoramiento eterno.


Pero cuando a uno de aquellos hombres, se le fue la mano con las copas, y volvió tatuado de besos rojo carmín, la camisa desbotonada, y hablando estupideces, las mujeres lo comprendieron todo, y comenzaron a maquinar su plan: ciegas de ira, dolor e impotencia.


Uno a uno, los infieles maridos fueron desapareciendo. Todos lamentaban su pérdida, el pueblo estaba triste por su marcha misteriosa y sin sentido. Cuando, 3 años después, las 5 vecinas estaban viudas, y todos sospechaban a escondidas de su falso sufrimiento y de sus malvadas lágrimas, desaparecieron, sin dejar ningún rastro.


Se dice que los dioses convocaron sus espíritus, y los mandaron a las tinieblas, vagando por la oscuridad, en medio de la podredumbre, dejando a sus cuerpos podrirse en el campo abierto, en aquella pradera en medio del bosque, en la que ningún hombre había pisado jamás sino 70 años después, donde se supone, hallaron los huesos.


Cuando cumplieron su condena de sufrimiento, y les tenían un lugar en donde podrían descansar en paz, ellas no lo aceptaron, y huyeron despavoridas, tanteando todo con sus deformes manos, porque los ojos ya no le respondían ante la luz.


Desde ese entonces, vagan por el mundo entero, buscando a todos los infieles, y llevándose a las mujeres con ellas, para reclutarlas y hacer que dejen a los miserables sin su amor, porque no se lo merecen. La mayoría de las veces, se equivocan, matando a muchas mujeres tan solo por celos insanos, ya que ellas nunca recibieron aquel amor correspondido del que las otras gozaban.


Una vez que localizan a su víctima, no la dejan en paz. Le van quitando de a poco la energía, la dejan ciega, muda o sorda. Van de a poco, haciendo sufrir, para que se den cuenta de su error. Casi siempre las historias acaban con algún muerto, ya sea la mujer, o el infiel, dependiendo del caso y de cuantos celos sientan las viudas. La única solución es dejarse llevar, o luchar por el amor verdadero. Pero si este no es correspondido, habrá que abstenerse a las consecuencias, pues el poder de las viudas sin nombre es más poderoso que el de un simple mortal, pero sin embargo más frágil que una hormiga en comparación al amor verdadero, aquel del que ellas jamás serán cómplices.”



¡Tantas lunas! bueno les escribo porque les quería hacer una pregunta.. yo sé que no puedo pedir mucho, porque soy bastante irresponsable y todo eso. Pero aún así, ¿porqué ya no comentan? es decir, antes tenía muchos más comentarios y ahora a lo mucho 3 o 5, ¡o incluso menos! y quisiera saber si es porque les da flojera escribirme algo o es que ya no les gusta como está mi historia. Me gustaría saber, para quizás tomar otro rumbo. Lo curioso es que todos los días tengo bastantes visitas, pero comentarios, ninguno. Entonces eso. Pedirles que si les gusta, me comenten, aunque sea un "Me gustó mucho el capítulo" y si no, también, díganme en que puedo mejorar. Besos, y ¡ojala hayan disfrutado este capítulo! :)

Capítulo 20: Recuerdos ♥

1.12.09 en 16:00

El sol matutino a través de la ventana me despertó cálidamente. No sabía exactamente desde cuando, pero ya no sentía ese frío invernal, que no se me quitaba con nada. Lo más probable es que tuviera que ver con esa maldita sombra, aun que los doctores dirían que eran efectos secundarios de la fiebre. En realidad, no me importaba mucho lo que ellos pensaran, yo sabía realmente lo que me pasaba y lo que no, ellos tan solo suponían. Daba igual. De aquel aterrador día, apenas recordaba. Tan solo el dolor, y toda la impotencia que sentía. Pero de haber visto algo, estoy segura que lo recordaría, y no vi nada. Retorcí mi cerebro en busca de alguna sombra en mi recuerdo antes de quedar inconsciente, pero no encontré nada. Era bastante extraño. Quizás no era visible a la luz del día, quizás estaba detrás de mí y por eso Fabián me miraba de esa forma cuando corrí hacia él. Era todo tan confuso.

Me sacó de mi cavilaciones el sordo movimiento de de la puerta, al abrirse lentamente, como cuando lo hacen para no despertar a las personas. Entró mi madre con la lengua afuera, concentrada, mirando sus pies, los cuales estaban en puntitas, vigilando que no hicieran ruido. Llevaba traje de oficina y unos tacones gigantes, un bolso en el brazo y en mano, una bolsa que no paraba de crujir con cualquier leve movimiento. Me dio la espalda y cerró la puerta delicadamente.

- Hola mamá. –la saludé.

Salto como un metro y de la bolsa salieron algunos papeles volando. Profirió un gritito de desesperación, y finalmente, recuperando la compostura, dijo:

- Me asustaste, pequeña. Juraría que dormías. ¿Tan temprano y despierta?

- Bueno en realidad, acabo de despertar hace un instante.

- De todas formas es temprano. Luces cansada, quizás deberías dormir más.

- He dormido cerca de 12 horas mamá, las píldoras dan mucho sueño, y además, el aburrimiento cansa. Me dormí muy temprano ayer.

- Vaya, eso está bien. Bueno, aproveché de venir antes de irme al trabajo, te traje ese libro raro de la mitología y toda esa estupidez. No sabía que tu nuevo hobby es la historia de Grecia.

- No es mi nuevo hobby, tan solo aprovecho mi tiempo postrada como si fuera inútil investigando para un trabajo para la próxima semana. –mentí rápidamente. No quería sospechas de ningún tipo. Se quedó pasmada.

- Parece que los 16 han hecho que evoluciones, pequeño chimpancé. Pensé que serías una eterna adolescente irresponsable e inmadura. Bueno, no me confiaré del todo, pero me alegro que madurez un poco.

- Creo que deberías irte, se te hace tarde. –dije avergonzada, recordando todas las locuras que hice cuando vivíamos aun en Santiago. Ella me tenía etiquetada como bomba atómica anti colegio-responsabilidad-deberes. La verdad es que exageraba un poco, pero ella temía que en cualquier momento llegara con la noticia de que me habían expulsado, sancionado, puesto una mala nota o castigado.

- Tienes razón, me voy. Te quiero. –dijo ella, repentinamente nerviosa, y se despidió con la mano.

- Que tengas un buen día.

- ¡Igual! –gritó ella a unos metros de distancia.

Adoraba a mi madre. Aunque no compartía la misma opinión en muchos aspectos, nos llevábamos bastante bien. Éramos prácticamente iguales, excepto que yo no había heredado aquella cualidad de guardar rencor infinitamente. O tal vez aún no la había descubierto.

Enfoqué mi memoria años atrás.

- Vaya, que guapa estás, corazón. ¿Por qué no nos vamos a la pieza? –decía el hombre, borracho y tambaleándose, en el portal de un casa en Santiago, cuando Samantha tenía apenas 7 años. Recibe una cachetada por parte de Ágatha, la cual lucía hermosa, con un vestido de fiesta plateado, y muy bien peinada.

- ¡Imbécil! Te prometí que podrías venir para navidad, a celebrarlo con nosotras, pero siempre lo arruinas todo. Pensé que podrías seguir siendo el padre de mi hija, aunque ya no estemos juntos y no me des dinero para cuidar de Sam. Me las he tenido que arreglar yo sola durante estos últimos años, y aún así he dejado que la vieras. ¿Sabes porqué? Porque aún te tenía un poco de confianza. No puedo creer que le hagas esto a ella, que te esperaba tan ilusionada. ¡Te tenía un regalo y todo, cerdo asqueroso!

- No seas así, Agui, ya sabes que yo te quiero mucho...-la intenta besar, pero ella se aparta bruscamente y le da otra cachetada.

- ¡Apártate, no te quiero volver a ver más! Lo único que traes es desgracia por donde vas ¡Déjanos en paz!

- ¿Crees que eres capaz de echarme de mi propia casa?

- ¿Tú casa, tu casa? –rió sin ganas Ágatha- A este lugar ya no perteneces, y ella tampoco te pertenece. Aléjate de nuestras vidas, ¡te odio, Miguel, te odio! ¡Mira lo infeliz que la haces! –dijo mientras indicaba a una niña de hermosas mejillas sonrosadas, y unos ojos turquesa rojos de tanto llorar.

- ¡Paapapa Papá! –sollozó la pequeña

- ¡Sami, ven con tu papito, a quien quieres mucho! ¿o prefieres que darte con la bruja, que no quiere que nos veamos? –murmuró, mientras se tambaleaba y se reía, atragantado en su hipo.

La pequeña dudó, pero no lo suficiente, pues Ágatha interrumpió.

- Él no te quiere, Samantha, sabes que yo hago lo mejor para ti. –no dejo contestar a la niña, y siguió- ¡Ahora vete! ¡No te quiero volver a ver en la maldita vida!

Cerró de un portazo la puerta en la nariz de Miguel, mientras este se alejaba gritando: ¡Ya verás Ágatha! Esto no se quedará así.

Volví a la realidad. Estaba muy absorta en aquel recuerdo, que recordaba con lujo de detalles. Había sido un 24 de diciembre, e íbamos a celebrar la navidad con mi papá, el cual hace mucho que no veía. Él no acostumbraba a pasarse por casa.

Desde ese día, nunca más volvió a aparecer. Pasaron años antes de que a mi madre se le pasara el miedo de que viniera por mi, o que la demandara para quedarse él con la custodia. Luego se le pasó, ya que no había indicios de que apareciera. De todas formas, nos mudamos a otra comuna, a mi me cambio de colegio (donde conocí a mis mejores amigos de siempre) y ella cambió de teléfono, por la dudas.

Era el último recuerdo que tenía de mi papá. Añoraba que no estuviera muerto, y que ahora tuviera costumbres sanas, y no tantos vicios. Soñaba con que, algún día, me lo encontrase, y pudiéramos seguir siendo una familia feliz. Pero era muy obvio que eso no resultaría. Lo más probable es que al día siguiente de la discusión, se halla embarcado con uno de sus amigos, rumbo a quien sabe donde. Ese era su estilo. Aunque ya habían pasado 9 años, mis ojos aún querían llorar al recordar estas imágenes. Pero algo me lo impedía; ya había llorado mucho por aquel hombre, quien nunca hizo nada por mí. Ya era lo suficientemente madura como para no caer en una depresión estúpida. Mi vida era muy hermosa ahora y no la cambiaría por nada. Fin del asunto.

Capítulo 19: La pesadilla ♥

23.10.09 en 21:46

Estaba en una calle, la luna nueva se elevaba por el cielo, trayendo consigo una oscuridad aterradora. No había nadie allí, al parecer era bastante tarde. ¿Qué hacía yo en ese lugar? ¿tenía algo que hacer allí, por casualidad? no lo sabía. Caminé, sin rumbo aparente, en busca de alguna señal humana. Parecía un pueblo abandonado. No me imagino que habrá pasado para que la gente abandonara aquel lugar dejando todas sus pertenencias, huyendo despavorido, como si la muerte fuera tras ellos. Estaba todo intacto, sin derrumbes, ni madera quemada. Por lo que, ningún desastre natural podría haber ocasionado aquello. Era realmente extraño. La luz de los faroles, alumbraba tenuemente, ya que eran viejos y estaban cansados de alumbrar un lugar sin vida. La brisa, helada y escalofriante, meneaba suavemente la hierba, oscurecida por la sombra de la noche. Pasé por una vitrina, y me dio curiosidad saber como iba vestida, por lo que me acerqué un poco más para verme reflejada en el vidrio. Era simple: unos pescadores blancos de tela, y una camiseta sin mangas tono pomelo. Llevaba el pelo suelto, algo enmarañado. Estaba blanca como nunca antes lo había estado y las ojeras dominaban la atención hacia ellas. Parecía muerta: era la mejor descripción. No sé por que no sentía frío, si estaba tan desabrigada.

Estaba dispuesta a darme vuelta y seguir mi caminata, pero algo me detuvo. En mi reflejo, atrás mio, había algo que no había visto jamás, por lo que el pánico invadió mi cuerpo y logró que me tensara, a tal punto, que no me podía mover. Era un sombra, oscura, maléfica, amenazante. Se acercó a mi, tal como si quisiera propinarme una caricia, me envolvió con suavidad, tal como lo haría una brisa de verano. Parecía con buenas intenciones, y aunque no tuviera rostro, ni algún carácter humano, la expresión lo delataba: estaba sediento de muerte, sediento de dolor, de sufrimiento. Me quedé embobada, no sabía si correr e intentar escapar, o tan solo dejarme llevar, por ese falso placer de alivio. Era una satisfacción falsa, sabía lo que quería realmente. Quería hacerme uno de los suyos, quería reclutarme, por así decirlo, y beber de mi condena.

Se me abrieron los ojos de golpe, y corrí en una dirección, tal vez la equivocada. Solo quería escapar de aquel vago sentimiento. Me sentía vacía, como si me hubieran quitado parte de mis buenas experiencias, parte del afecto que me habían entregado a lo largo de toda mi vida, parte de mi alma, parte de mi vida. Sentía que mis piernas me fallaban, también como el cansancio se apoderaba de mi, y como un susurro sordo hablaba al lado de mi oreja: "Samantha, no puedes escapar, ya eres parte de nosotros, ya tenemos una parte de ti, y no la podrás recuperar jamás, acepta el final de tu historia, y será menos doloroso para ti. No niegues lo innegable, no acudas al amor, todo eso te corrompe el espíritu, la muerte, es el único y verdadero alivio, únete a nosotros, por las buenas, o por las malas. Tú eliges." Cada vez sentía más miedo, miedo de la muerte, de lo que había después de ella, de olvidar los buenos ratos, de perder la sensación de amistad, de perder a mis seres queridos. ¿Y si tenían razón? tal vez toda la vida era un disfraz, y tan solo la muerte era el real alivio, y no se comparaba con la sensación de ser amada, esto lo superaba, iba más allá de lo humano. Era tentador. El dolor comenzaba a aferrarse de mi, y sentía una gran opresión en el pecho, que apenas me dejaba respirar. Comencé a jadear, quería gritar, quería morirme de una vez. Los faroles comenzaron a escasear. y yo me dirigía hacia el final del pueblo, entrando hacia la carretera, dirigiéndome hacía otro lugar. Había un cartel, donde indicaban el próximo pueblo más cercano. Decía: "Αθήνα 357 km. (Atenas)" ¿Estaba en Grecia? ¿La ciudad más cercana era la capital? ¿Tan lejos estaba? ¿Como podría llegar allí corriendo, perseguida por espíritus maléficos? (digo espíritus, porque ahora eran varios). El terror dominó mi cuerpo, estaba perdida, completa y totalmente perdida.

Entonces desperté, y proferí un grito medio ahogado, llena de terror, las lágrimas corrían por mi rostro sin cesar. El doctor Marín entro corriendo, mientras gritaba: "¡Emergencia, parece que tiene un ataque!", pero entonces se dio cuenta, que me encontraba bien, pero algo agitada. Tarde un rato en tranquilizarme.

- Fue solo una pesadilla, doctor. -dije mientras me secaba las lágrimas.

- ¡Valla, puedes hablar! ¡que maravilla! -dijo el doctor, sumamente sorprendido.

- Si bueno, aunque aún estoy un poco ronca.

- Me alegro mucho. Bueno, los exámenes están mañana, ahí veremos si es que te agarraste algo más grave, aunque al parecer, todo este alboroto a sido por una simple gripe. La enfermera me dijo ayer que te dolía la cabeza y la garganta, así que es lo más probable, tan solo una laringitis o algo así. Hay que ver.

- Eso espero, doctor. Aunque ya no me duele mucho la garganta, y no me a dado fiebre.

- Bueno, en realidad si has estado con un poco de fiebre, es de lo más normal. A propósito pequeña, ¿porqué gritabas?

- Mm.. -me dio un escalofrío al recordar mi pesadilla- es que tube un muy mal sueño, era aterrador.

- ¿Y no me lo quieres contar? -dijo con tono paternal. La verdad es que era muy amable.

- No me acuerdo de mucho. -mentí

- Eso está mejor, no vale la pena recordar cosas feas, de seguro a sido todo una alucinación por la fiebre, -dijo con una sonrisa- bueno, tengo que ir a ver a otros pacientes. Nos vemos Sam.

- Adiós.

Estaba tan, pero tan feliz. Aunque ya sabía de mi recuperación, volver a tener voz era genial, aunque, estaba un poco transformada, ya sabes, por la irritación.

Aquel sueño, no lo olvidaría jamás, era tan real y tan aterrador, yo sé que tiene un significado para mi. Y sé que esto, aunque quisiera, no es una simple gripe, aunque para los ojos de los doctores sea así. Yo sé la realidad. Tengo que averiguar más acerca de esto.

- ¡Hola Samanthita! ¿como estás? -dijo mi madre en tono meloso, de seguro ya se había enterado. No la había visto llegar.

- Odio que me llames así.

- Uy, ni siquiera un hola, ¿eso es lo que me querias decir al recuperar tu voz?

- Hola mamita. -le dije con el mismo tono meloso que ella utilizo.

- Eso está mejor. ¡Mira lo que te traje! -me hablaba como a una niña en navidad, de verdad estaba emocionada. Ya veía que sacaba una barbie de la mochila o algo así.

- Deja ver.

Me pasó un libro forrado en plástico, "La isla bajo el mar" de Isabel Allende. Ella es una de mis escritoras favoritas, y le había mencionado a mi madre de su nuevo libro, el cual trata sobre la vida de una niña esclava, muy interesante.

- Valla, ¡gracias! algo para entretenerme en este horrible lugar. ¿Cómo está Cris?

- De nada chiquita. El ahora no está acá, unos amigos lo llamaron de Santiago para el matrimonio de uno de ellos. Devería haber ido con él, pero no pensaba dejarte sola.

- ¿Y como va todo? ¿algo interesante que contar?

- Nada mucho, la verdad, esta todo muy tranquilo. Ayer empezé en la nueva agencia, ya sabes, a la que me trasladaron, era más cómoda la de Santiago, pero no puedo hacer nada.

- ¿Algún nuevo amigo?

- Y bueno, hay una chica muy simpática, pero parece envidiosa. ¡Oh, que tarde es! ya está terminando la hora de almuerzo, debo volver al trabajo.

- ¿Usaste tu hora de almuerzo para venir a verme?

- Por supuesto muñeca.

- Eres lo más, mamá. Te quiero

Me dió un beso y se fué casi corriendo, pero antes le pedí si me podía conseguir un libro sobre los mitos y leyendas de Grecia. A ella le extraño bastante, pero no me puso oposición. Me dijo que lo traería mañana. Tenía que averiguar más sobre todo esto.

Al poco rato me trajieron el almuerzo, sopa de tomates y ensalada de lechuga. Tenía un montón de hambre. Más rato me volvió a visitar el doctor Marín y me dijo que me quitarían el suero y pasado mañana ya me darían de alta, aunque todo depende de los exámenes. Leí el resto de la tarde, esperando a Fabián, pero este no apareció. Esto me apenó bastante, lo esperaba con ansias. Como no llegó, y yo ya me estaba aburriendo, prendí la tele y ví un capítulo de "H2O; sirenas del mar", después uno de "Isa tkm", y me dormí viendo el final de este. Antes de dormirme, tan solo pensaba en no volver a tener el mismo sueño de antes.

Capítulo 18: Las píldoras ♥

23.9.09 en 15:40

Cuando volví a despertar, tenía un dolor de cabeza terrible, y la garganta me dolía más de lo que duele con un simple resfriado. Era como si tubiera gripe, pero sin voz. No había nadie en la habitación, y ya estaba oscureciendo. Me dió miedo pensar que podría haber estado desmallada muchos días. Miré al lado de mi cama y estaba el bolso de Fabián. Eso era un alivio, porque estaba por acá. Entonces alguien entró con un café en la mano y bostezando, al parecer no había dormido mucho en los últimos días. Era él. Apuró el paso cuando se dió cuenta de que había despertado, y prendió la luz. Se sentó a mi lado y me dedicó su más bella sonrisa.

- ¿Cómo estás dormilona?

Yo le sonreí con ganas. Era mi único modo de expresarme, y sinceramente, sin contar el dolor de cabeza y de garganta, estaba bien. Me iva a recuperar, aunque tardara un poco. Sin embargo, esta es la experiencia más aterradora que e vivido. Los médicos dirán lo que me ocurrió, tendré que ser paciente.

- Sami, me voy a tener que ir.. mañana después de clases volveré, como lo he hecho toda esta semana.
-Le hise señas de que me pasara un lapiz y una libreta, para, de algún modo, comunicarme mientras aun no recupe el habla.

Le escribí: Ok, te veo mañana. Estoy muy feliz de saber que me voy a recuperar. Cuando te vallas, ¿puedes llamar a la enfermera? Porfis. A propósito, ¿cuando rato dormí? y, ¿qué hora es? lo que pasa esque me desmallé, le tengo miedo a las agujas. Te amo


- Bueno, yo la llamo. Y nosé exactamente, pero te desmallaste más o menos en la mañana, y ya está casi de noche. Te dejamos dormir porque necesitas descansar. Tén, te dejo mi reloj de mano para que sepas que hora es, luego me lo devuelves. Aunque si llego tarde a clases, es tu culpa jajaja.

Eran las 8.12 PM, el horario ya comenzaba a cambiar.. me dio un beso rápido y se fué, cerrando con delicadeza la puerta. En unos instantes la enfermera vino.


Le escribí: Señorita, ¿cuándo van a estár los exámenes listos? y, ¿me puede dar algo para la cabeza?, me duele mucho, igual que la garganta.

- Enseguida le traigo un píldora. Los exámenes estarán listos pasado mañana. Tendrá que estar en absoluto reposo hasta ese entonces. -Me trajo un vaso con agua y no una, si no que 6 píldoras de diferentes tamaños y colores- Esta, es la píldora para el dolor de cabeza. Pero estas otras, son las que el doctor Marín receto para usted. -explicó- Aquí tiene, si necesita algo puede tocar este botón y vendré enseguida.

Terminé de tomarme las píldoras y se fué, llevandose el vaso. No había visto ese botón. La última vez que estube en un hospital aún no era tan moderno. Al rato, se me paso el dolor de cabeza, pero el de la garganta, seguía, persistente. "Creo que definitivamente me agarré una gripe" pensé. Tantas píldoras, hisieron un efecto adormecedor en mi. Y, como no tenía en qué más entretenerme, me dormí.
Habrá que esperar, para saber algo más.

Capítulo 17: Diagnóstico ♥

24.7.09 en 21:10

Fabián salió por la puerta y la cerró silenciosamente, me quedé solá y triste en ese clara habitación, quizás demaciado. Ya no lloraba, aunque tenía toda la cara empapada. Tan solo había un sollozo inconsolable proveniente de mi alma. Todo era tan confuso.. ¿qué iría a pasar? ¿sería tan solo un sueño?

Se abrió la puerta de golpe y me llevé un susto. Miré hacia allí y ví como un señor ya mayor, bastante canoso y regordete entraba medio corriendo. Rápidamente me midió la presión, los latidos y la respiración. Se quedó extrañado mirándome.


- A simple vista no sé que es lo que le ocurre. Requerirá de algunos exámenes. -dijo el doctor a Fabián, que había llegado sigilosamente, haciendo que no me percatara de su presencia.


- Pues entonces haganle los malditos exámenes y todo lo posible para que se mejore, es su trabajo. -dijo Fabián furioso, fuera de si. Me daba un poco de miedo, y me dieron ganas de gritarle algo, para que se tranquilizara, pero no pude.


- Tranquilo, se hará todo lo que está a nuestro alcanze. Haber nena dí 'aah'. -y me puso un palito de helado el la lengua- Mmm.. no puedo decir nada concreto, pero tiene un notorio daño, aunque no sabría indicar las causas. Iré a buscar a la enfermera para los exámenes que sean convenientes y al doctor Marín, otorrinolaringólogo.
El doctor se fué. Fabián se quedó medio estático y muy shockiado. Finalmente se sentó a mi lado y me tomó la mano.

- Aún estás muy helada. ¿Porqué? es todo tan extraño.. ojala que todo salga bien.. -dijo con un tono muy triste.. me desconponía de tan solo escucharlo- bueno creo que viene tu mamá, mejor me voy, si no me agarraré una buena paliza jajaja. -rió sin muchas ganas, yo le sonreí como pude.
Me dió un beso en la frente y cuando estaba apunto de abrir la puerta, alguien la abrió antes y casi le pega un portazo. Era mi madre. Lo fulminó con la mirada y avanzó rápido hasta donde estaba yo.

- Hija. Que te puedo decir, estoy.. un poco.. confundida.. triste, me tengo que espavilar, es como si no reaccionara.. fue todo tan rápido.. bueno, pase lo que pase estaremos todos a tu lado y te cuidaremos lo más que podamos. ¿Ok? apropósito.. no me habías dicho que tenías novio -dijo un tanto molesta- ni siquiera nos lo has presentado. Porqué vas con todo tan rápido ¿eh? es como si te buscaras los problemas.. ¡¿porqué no me contestas, que te ocurre?! -yo solo miraba hacia la ventana.. no me atrevía a mirarla a los ojos.. sentía que me podía atravesar- claro, estando yo tan preocupada por ti, lo único que te pido esque me cuentes que es lo que.... ah.. cierto, cierto. Lo siento, estoy muy aturdida. Según el doctor pasará.


La miré como diciendo "¿encerio?" muy emocionada. Era la mejor noticia que podía esperar. En ese momento las dos volteamos a ver quien entraba por la puerta. Era el mismo doctor de antes, en compañía de una enfermera esbelta y con grandes ojos, llenos de curiosidad. El otro hombre, que deviera de ser el tal doctor Marín, era delgado y con la cara avejentada, pelo casi blanco y una cara muy arrugada, acompañada de unos ojos con mucho sufrimiento de color celestes cielo, de esos casi transparentes.


- Vamos a ver, pequeña. -Miró a mi madre con cara de "es mejor que nos deje a solas" y ella se fué, con cara de angustia. El me examinó, normalmente y escribió algunas cosas en un cuaderno que traía consigo- bueno, creo que habrá que hacerle un examen completo, suministrarle -escribió unas lineas en otra hoja, la arrancó y se la entregó al otro doctor, del cual aún desconocía su nombre o apellido- estos medicamentos. Será mejor que tome reposo durante algunos días, por lo menos hasta que esté claro el diagnóstico. Bueno puede proseguir, enfermera Compton. Doctor, ¿me acompaña un momento?

- Claro Damián. -con que se llamaba Damián Marín, pero tenía más curiosidad de saber como se llamaba el hombre regordete, me inspiraba confianza.


Ellos abandonáron la habitación. Y la enfermera comensó a urgar unas cosas encima de un mesa dandome la espalda, por lo que no podía ver que era lo que hacía. La verdad es que ya me sentía mejor, con el puro hecho de que me mejoraría. Quería que me hisieran los exámenes rápido para poder estar más con Fabián.


- Señorita, ¿me facilita su brazo izquiero por favor? -me dijo amablemente, mientras sostenía una horrible y gigantesca jeringa en su mano.

Yo me imaginaba una prueba de ADN o que se yo, en la que me cortaran una uña o me sacaran un poco de cabello. ¿Pero sangre? no, por favor. Le tenía pavor a dos cosas. Bueno a muchas, pero a dos principamente. A los caballos, y a las jeringas. Quería gritar o decirle que no, que no podía. Pero ella ya tenía mi brazo en su poder y estaba apunto de comenzar a succionar sangre.

La sangre no me parecía asquerosa, de hecho, me daba igual. Lo que me pasaba, era con la agujas, y la sensación de como la sangre se te va yendo por ahí, y se almazena en ese frasquito. Era horrible.


De pronto sentí un mareo, ganas de cerrar los ojos, y vomitar. Me iva a desmallar. Me había pasado toda la vida, con cualquier aguja, y más con jeringas. Miraba como a sangre iva subiendo, hasta que todo comenzó a ser borroso, la respiración disminuyó, y por fin, me desmallé, como esperaba.
Malditas agujas.

Capítulo 16: Despertando ♥

12.7.09 en 22:27

De un vacío total, volví a la vida, como si de una resurrección se tratara. Estaba totalmente desorientada. ¿Quién era, dónde estaba, que había ocurrido? al menos recordaba que era humana. Aunque ya había recuperado la conciensia, aún no lograba recordar nada.

Al fondo, se escuchaba un llanto melancólico, proveniente de una mujer dévil, y una voz grave y firme intentando consolarla. Sentía frío, mucho. Pero en mi vientre, sentía una calidez que me llenaba de vitalidad. Agudizé mis sentidos, los cuales por suerte había recuperado. Primero la audición, como agradecía volver a tenerla, ese zumbido era desmoronador. Logré escuchar con más presición el llanto y la voz, también cosas nuevas. Escuché pasos, un murmullo que provenía muy de lejos, y una respiración cercana muy acompasada y tranquila. Agudizé el tacto, mis manos estaban al costado de mi cuerpo, yo estaba acostada ensima de algo suave y blando. Una cama, y probablemente de hospital, porque también pude sentir la aguja que tenía en el brazo, lo cual seguramente sería el suero. Por último agudizé el olfato. No me equivocaba, estaba en un hospital, ya saben, su olor es muy característico.

Volví a inhalar con más fuerza que antes, y me llevé una sorpresa de otro mundo. A través de esa respiración se me vinieron tantos recuerdos de golpe, que quize volver a dormir. Era mucha información como para un solo segundo. Pero por lo menos, recordaba. Uno de mis miedos más grandes era quedarme sin memoria en algún momento de mi vida. Quería abrir los ojos, pero tenía miedo. Aún tenía un escalosfrío eterno en mi columna, y seguía entumida. Me sentía frágil y sola, aunque sabía que no lo estaba.

Finalmente, luego de algunos minutos de meditación, decidí abrirlos, lentamente. Por entre mis pestañas, pude ver mucha claridad, y todo de blanco. Ahora lo tenía más que confirmado, estaba en un hospital, hospitalizada. Subí un poco más mis párpados y pude ver a Fabián sentado en una silla, con su cabeza recostada en mi estómago durmiendo con su carita de ángel. Estaba en polera, no sé como no tenía frío, yo sentía que estaba en la Antártica. Los abrí completamente. Miré hacia todas partes, no había nadie más en la sala. Después de un rato, logré acostumbrar la vista, ya que cuando resién los abrí, veía todo un poco borroso. Quería probar mi último sentido, el habla. Ya había confirmado que todos los demás estaban en perfecto estado, y supusé que este último también lo estaría, pero solo por curiosidad, quizé pronunciar algo.

Mil lágrimas comensaron a salir de mis ojos. No funcionaba. No lo podía creer, estaba perdida. ¿Qué iva a hacer yo, sin poder hablar? tendría que ir a una escuela especial para mudos. No le podría volver a decir "te amo" a Fabián, ni a mi madre. No podría dar los buenos días. Esto era malo, pero muy malo. Además, con lo frágil que estaba, y con el frío que tenía, me sentía próxima a la muerte, como si una enfermedad mortal estubiera a punto de desacerse de mi.

- Mmmm.. ñaarrtzzzz.. -murmulló Fabián entre sueños, moviéndo un poco la cabeza.

Abrió los ojos, y se quedó mirando al vacío un momento, como recordando donde estaba y porque estaba aquí. Se espabiló en unos segundos y se sentó. No me miró hasta despues de bostezar y estirarse. Yo miraba la ventana. ¿Qué podía decirle?

Se quedó mirandome por unos segundos, sin saber que decir. Finalmente, no muy decidido, me dijo:

- ¿Porqué lloras?

* Silencio por parte mia *

- Vamos, no quiero ser grosero, pero me tienes muy nervioso, estas hace tres días en coma, y pensé que al despertarte te alegraría verme a tu lado. Estoy muy preocupado. Aunque allas dormido por tantos días, y tengas suministrados suficientes nutrientes, no se te quitan las ojeras ni la palidez. Temperaron esta sala especialmente para ti a 32º C, y aun así, sigues helada. No me miras y además eres un mar de lágrimas. ¿Me quieres decir que rayos pasa? Tu papá ya no sabe que decirle a tu mamá para tranquilizarla. -dijo intranquilo.

En ese momento lo miré de una forma indescriptible. Le quería explicar todo con la mirada, y a la vez darle a entender mi enojo. Me dolía que pensaran que Cris fuera mi papá. Mejor callar que meter la pata.

- ¿No me vas a hablar? -repuso con cierta ira, la cual era injustificable.

Se me salieron aún más lágrimas pero esta vez, sentí una verguënza enorme. Me tapé la cara con las manos. Me destapé y le intenté hablar, pero parecía tonta, no me salían las palabras. El solo me miraba con sufrimiento, no le puedo culpar, no entendía nada. Al final, me las arreglé para pedirle que me diera un lápiz y un papel. Por suerte venía del colegio y estaba con su bolso.

Y le escribí:
Mi amor, no quiero que grites y te espantes. Pero, me he quedado muda. No puedo decir nada. No comprendo nada tampoco. Cuando recién me desperté tampoco recordaba nada, pero los recuerdos de pronto vinieron a mi, por suerte. Yo tampoco sé porque tengo tanto frío, pero creeme que no lo hago apropósito. Lamento no poder volverte a decir nunca más te amo, pero quiero que sepas que es así.

Mientras lo escribía, seguía llorando, por supuesto, y la hoja, devo agregar, quedo con muchas gotas. Él intentaba leer algo mientras escribía, pero yo quería que lo leyera todo de corrido. Se lo entregué, no sin cierta resignación, e intenté tranquilizarme.

Él solo se quedo en silencio, asimilando. Abrío la boca intentándo decir algo, pero al parecer no sabía que era lo correcto.

- Voy a buscar al médico. -dijo sumamente serio. Se paró y se dió vuelta, dirigiendose a la puerta. Antes de llegar a ella, se detubo, y volvió casi corriendo hasta mi, y me abrazó, como pudo, ya que yo estaba acostada en esa horrenda cama.

- Te amo y no lo olvides, no importa lo que pase, saldrás adelante y yo estaré a tu lado todo el tiempo que sea necesario. -dijo con la voz llorosa, y luego volvio hacia la puerta.

En la fracción de segundo que duró en darse vuelta, alcanzé a ver un brillo en su mejilla.
¿Una lágrima?

Capítulo 15: Lo inesperado ♥

10.7.09 en 22:43

Las siguientes clases pasaron rápido, o lento, en realidad no lo sé. Estube como fuera de tiempo. Además, ni sueñes con que podía concentrarme, tenía esa sensación de cuando alguien clava su mirada en tu espalda, y era obvio que era Fabián. No me atreví en ningún momento ha mirarle. Tenía pavor, no se de qué, pero lo tenía. Para suerte mía los profesores con los que me tocaba no me prestaron atención en ningún minuto. Era como si me hubiera esfumado, porque ni siquiera Ania me hablaba.

Al final, lo único que me hiso espavilarme fue esa insistente campana, que te remueve entera cada vez que suena. Ya había llegado la hora de irse a casa. ¿A casa? no. No quería ver a mi madre. ¿A dónde me iva? con Ania no, porque es muy poco paciente, y querría que le explicase todo, y yo no quiero pronunciar palabra alguna. Al fin y al cabo, cuando terminé de guardar mis cosas en mi mochila y estaba lista para salir y dirigirme a mi nuevo destino (el cuál no tenía idea de cual iva a ser) me encaminé hacie la puerta. Me parecía extraño que nadie me hablase.

Entonces me dí cuenta. Hace ya horas, que escuchaba un leve zumbido, no escuchaba las conversaciones, solo un zumbido como cuando estas en el centro comercial y hay tantas personas, que no puedes escuchar alguna conversación determinada, porque todas se mezclan en una sola. Eso mismo me pasaba. Al darme cuenta, ese zumbido poco a poco fue desapareciéndo y quedó todo en profundo silencio. No miraba otra cosa si no el suelo hacia varios pasos ya, y por el cemento sobre el cual me encontraba supuse que estaría saliendo del colegio ya. Levanté la mirada, y me dí vuelta, horrorizada. ¿Qué era todo esto? estaba atormentada. Me encontré con la mirada de mi amado, me mirada con profunda preocupación.

Estaba a tan solo unos pasos, quieto y paciente, el sabía que algo me pasaba. De repente sentí como las ojeras se me marcaron y los párpados me pesaban más de lo normal. Pero una extraña intuición, que iva en contra de mi voluntad, no me dejaba cerrar los ojos. Se me comensó a nublar la vista, como cuando estás viendo a través de un vidrio y este se empapa de vapor, así veía en ese momento. Pero aún así, podía distinguir la silueta de Fabián. Quería gritar de horror, la sensación que tenía era inexplicable. No era de dolor, esto iva más allá. Pero mis cuerdas vocales me traicionáron. No funcionaban.

En un intento de salvarme de este suceso, totalmente desconocido para mi, corrí en su dirección. Antes de que mis piernas me fallaran, al igual que el habla, la vista y la audición. Me apróxime lo bastante como para poder abalanzarme, pero no alcanzé. En ese momento mis piernas no reaccionaron y me caí al vacío, pues para mi todo ya era borroso y sin sentido. Pero sus brazos, esos fuertes brazos, me agarraron y me estrecharon, y sentí la calidez de su pecho en mi mejilla. Y pude aspirar su delicioso aroma antes de que me fallara mi cuarto sentido, el olfato. Entonces no olí más, y tampoco sentí nada, tan solo como algo me consumió totalmente, dejando que cayera eternamente en el frío abismo, entumecida, ciega y sordamuda.
Inerte e inexistente.

Capítulo 14: La herida ♥

2.7.09 en 15:31

Ahí estaba Lucy, con los ojos llorosos y con una cara indescriptible. No sabía que pensar. Si yo era la mala que le había arrebatado todas sus esperanzas e iluciones, o yo solo era la persona que haría que ella entendiera que tenía que continuar con su vida y no estancarse en el pasado. Y no lo pude evitar, me dio muchísima pena.

Entonces, nuestras miradas se cruzaron. Era lo último que quería. No supe interpretar su mirada, tenía rencor y rabia, si que si, pero no era lo único. Fueron unos cuantos segundos, enseguida desapareció entre la multitud de estudiantes. Me quede media paralizada, y en estando entremedio de la multitud, valla porrazo que tube al caer ante unos cuantos empujones. Como es natural, no reaccionaba, aunque instantes después el dolor me hizo reaccionar con un grito que espantaría hasta a un fantasma. Claro que, el bullicio era tal, que apenas se escuchó. Ania y sus amigas, que ya empezaban a ser amigas mias también, corrieron a ayudarme.

Yo solo me logré sentar y me frotaba la pantorrilla. Me dolía mucho. Entre todas intentaron pararme, pero me dolía demaciado como para mantenerme en pie. Poco a poco la gente al rededor ya había vuelta a clases, a exepción de mis amigas. Como ellas no conseguían nada,
Caro fué a buscar al profesor de educación física. Al los pocos minutos llegaron.

- Valla, te has dado un buen golpe, ¿no? -me dijo el profesor con cara de angustia, al tiempo que se agachaba para poder examinarme.

- Ni me lo diga, profesor. -repliqué con las lagrimas apunto de salir, y con cara de sufrimiento. Que ironía, ahora la que lloraba era yo.

- Chicas vuelvan a su clase. Esto no es un espectáculo. -les dijo el profesor a mis amigas, las cuales se fueron cabizbajas, diciendo algún que otro reclamo.

- Vamos a ver.. ¡uff! -En ese momento me bajó el calcetín de la piernas izquierda, que me llegaban casi hasta la rodilla.

- Eso se ve feo.

- Vamos a enfermería para que te pongan algo.

Tenía una herida no de esas menores, de hecho, se me había manchado el calzetín con sangre. Estaba en medio de la pantorrila, se veía horrible. Además, me dolía demaciado. La enfermera me la limpió, desinfectó y vendó. Me dijo que cicatrizaría en dos semanas más o menos.

¡¡DOS SEMANAS!! que tortura. No podría usar más shorts ni faldas, a menos que quisiera mostrar mi "sexy" herida. Me dió una píldora para el dolor, y un té para que me serenara. Estaba muy irritada a decir verdad. Tube que esperar hasta la siguiente hora de clases en ese horrible lugar, ya saben, lleno de vendas, parches, y un olor.. no lo sé. Mezcla de sangre y desinfectante para pisos. Realmente horrible. Mi primera visita a la enfermería antes de que se cumpliera siquiera una semana se clases. Si que soy especial.

Al fin termino esa incesante hora y pude salir de allí, no sin cierta dificultad, aunque ya estaba mucho mejor. En el camino hacia mi sala (no tenía ganas de pasar el recreo afuera de la temperada y tranquila sala) me cruzé con varias caras que me miraron de pies a cabeza, y se centraron en la horrible venda que llevaba. Ponían cara de "pobrecilla, que torpe es" me ponían de los nervios. Cuando llegué a mi destino, me esperaban mis amigas allí y alguien más. Se imaginan quién, ¿o no?

- ¡MI AMOR, MI AMOR! ¿qué te hisieron? ¿quién fué? dime, que yo les pego, son unos hijos de..

- De su madre Fabián, Dios, tranquilízate, no fue nadie, yo me caí solita y sin ayuda. -mis amigas casi desfallecían de la risa ante la escena.

- ¿Segura? no te creo. Quizás hasta te amenazaron para que no dijieras nada. No puede existir gente hací. Se deverían morir todos esos idiotas.

- ¡FABIÁN! ¡EL ÚNICO IDIOTA A 100 METROS A LA REDONDA ERES TÚ! ¡QUE NO ME HISIERON NADA!, ¿TANTO TE CUESTA ENTENTER ESA SIMPLE FRASE?

- Pe pe perdón.. esque yo.. yo realmente me preocupé.. a a además los rumores tu saben que cambian un poco..

- ¿Qué te dijeron? -dije intrigada. Odio que hablen cosas acerca de mi que no son ciertas.

- Nada.. -su expreción cambio radicalmente de preocupación y odio, a alivio y satisfacción- lo único importante es que estas bien.. bueno medianamente bien y que estás a mi lado..

- No, de verdad me interesa saber que dijeron, adem... -me interrumpió con un enorme beso de esos que no te dejan respirar. Claro que, no duró mucho porque otra de las cosas que odio, esque nos miren.

Al despegarme de él, horrorizada miré hacia donde estaban mis amigas, que ahora, además de ellas, estaba la mitad de la clase, incluida Lucy, entrando. Mierda mierda mierda. Ella solo atinó (con lágrimas saliendo de sus ojos) a correr fuera de la clase antes de que la profesora llegara. Este si que deviera de ser un mal día para ella, y ni hablar para mi, ya que su sufrimiento era también mio, aunque suene exagerado, la comprendía perfectamente. Miré a Fabián, que estaba serio, pero con una chispa de algo que no logré descubrir. ¿Soberbia, triunfo o alegría? pues no lo sé.. solo sé que seguido eso me abrazó y se fué hacia atrás a su mismo puesto de antes. Yo estaba paralizada (si, nuevamente) y tenía pena, desesperación y los nervios de punta, asique Ania me arrastró, literalmente, hacia un banco en el cual nos sentamos las dos.
Y ahora, ¿que debo pensar?

Capítulo 13: Las amigas de mi amiga ♥

8.6.09 en 19:30
No quise darle más vueltas al tema, así que decidí finalmente dejar de pensar en ello. En el recreo, le dije a Fabián que quería hablar con Ania, así que me separé de él por ese rato. Cuando al fin la encontré, entremedio de los cientos de jóvenes que estaban en el patio, la vi junto a tres chicas.

- Hoy ni siquiera me has saludado. ¿Qué ocurre?

- Y entonces le dije.. ¡ah! Hola Sam, ¿qué dices?

- Que hoy no me has saludado, de hecho, ni siquiera me has mirado y apropósito, ¿quiénes son ellas?

- Lo siento, lo siento.. es que estaba tan distraída con mis amigas, te dije que no las veía hace mucho. Este, te las presento. Ella es Carolina (señaló a una chica no tan guapa, pero se veía muy simpática, tenía el pelo negro más o menos largo y la piel blanquísima), ella es Lizeth (esta vez señaló a una chica que se veía muy madura, algo seria. Tenía unos ojos grises muy especiales, y el cabello rubio ceniza le caía hasta los hombros), y esta es Jesús (a la que me presentó era una chica bastante normal, con los ojos café claro y un cabello marrón claro muy lacio).

Todas me saludaron de besos. Nos sentamos en las bancas donde siempre nos sentábamos con Ania y comenzamos a hablar. Los primeros minutos estuve algo incómoda, ya que hablaban de cosas sobre las cuales no podía opinar, ya que desconocía el tema o simplemente no sabía que decir, ya saben, hablaban de cosas que habían vivido juntas, otros amigos en común, etc. Anastacia lo notó, así que poco a poco fue desviando el tema a algo en el cual pudiéramos participar todas, eso me gustó. La verdad es que eran muy simpáticas, sobre todo Carolina, la más fría era Liz (no le gustaba su nombre completo, así que enseguida me dijo que le llamara así) pero al fin y al cabo todas eran unas buenas chicas.


- ¿Y vas a ir el próximo viernes a la fiesta que organiza el tercero medio? –me preguntó Jesús.

- La verdad es que no tenía idea de que había una fiesta.. –valla, hace como dos meses que no voy a una, ya saben, a la última que fui, fue la que me organizaron de despedida en Santiago.

- Pues vamos todas juntas, y nos arreglamos en mi casa. Ese día mi mamá se vá a casa de su hermana, y mi padre trabaja hasta a la noche, ¡así que será una tarde de chicas! –propuso Carolina, muy entusiasta.

- Pues yo me apunto. –dijo Liz.

- ¡Yo también! –dijo Ania, cautivada por la idea.

- Por su puesto que yo también. ¿Qué dices tu Sam?

- No me queda otra alternativa. Además será entretenido.

- ¡Así se habla Sami! –me dijo Carolina en tono cariñoso, cuanto quería a esa chica. Si, la conocía de recién, pero es que era simpatiquísima y muy adorable.

En ese instante sonó el timbre, y corrimos hacia la entrada. Y ahí estaba, caminando con la cara roja, como cuando has llorado. ¿De qué me perdí?

Capítulo 12: ¿Dónde está? ♥

3.6.09 en 12:14
Me desperté como cualquier otro día. Nada fuera de lo común. Me lavé la cara y me peine. Adoraba mi cabello, hace más de 6 años que no me lo cortaba, y amaba el resultado. Lo que más quería de pequeña era tener el cabello al estilo "rapunzel" ya saben, extra largo. Me vestí con el uniforme (¡puaj!) y fuí al comedor. Ahí estaba mi madre haciendo hot-cakes (ñami, mi desayuno preferido) mientras Cris leia el periódico.

- Hola mamá.

- Hola cielo. Enseguida te sirvo el desayuno. -dijo mi madre, con el mismo tono de resfriado de ayer.

- ¿Qué tal la noche Sami? -me preguntó Cris.

- Normal, aunque no descansé mucho.

- Pues acuestate más temprano. -dijo medio reprochándome.

- ¿¡Qué!? si me acosté a las 11.00, ¿no te parece bien?

- Jajaja, es broma, es broma..

- Já já já -dije en tono irónico. Cris siempre me hacía ese tipo de bromas, las cuales no me causaban ni una pizca de gracia, mientras que el se mataba a risotadas.

Después de desayunar (y de cepillarme los dientes obviamente) me dirigí al colegio. Feliz, a ver a mi nueva amiga, y bueno, a mi.. novio. Si, a mi novio. A mi hermoso y amado novio.

Llegué al colegio y estaba Rocío en la entrada. Parece que había llegado un poco temprano. Nos sentamos en las mismas bancas que nos habíamos sentado hace un día y combersamos de todo un poco. Ella se había hecho nuevas amigas en su curso (que eran las que había visto con ella en algunos recreos) y bueno yo le conté con lujo de detalles lo de Fabián y también le comenté sobre Ania, mi amiga. Y sonó el timbre, asique nos dirijimos cada una a su clase.

Al entrar a mi clase, encontré a Ania sentada con otra chica, y ni siquiera me miró. Que mal educada. Miré al rededor y habían poquísimos asientos disponibles, o me apuraba, o me tendría que sentar con cualquier persona. Divisé en la última fila a ya saben quién, y me hiso señas de que fuera hacia allá. Me sonrojé y me negué, que vergüensa. ¿Estaría loco? jamás demostraba sentimientos en público y tampoco me caería muy bien que me presentara a sus amigos como "su novia". Pero ya saben, al final su encanto me convenció y tube que ir a donde él, lo que al final no resultó del todo malo.

Al estar a eso de un metro de su cuerpo, el se paró de su silla y me rodeó con sus fuertes brazos mi cintura y me acercó hacia él, lo que produjo diferentes tipos de chiflidos y gritos. Me sonrojé a más no poder, pero estaba feliz.

- Hola mi amor. ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? -a eso yo solo pude asentir. No me salian las palabras.- Bueno, ese tal "Camilo" que te dije, ese que me fué a buscar, es él, por si acaso no te recuerdas.

Entonces me saludo de beso (en la mejilla por su puesto) un muchacho largo y flaco, con el pelo enredado y despeinado de color bronce y ojos café oscuro, casi negro. Era muy guapo, pero más lo era Fabián.

- ¡Eh! es mi chica, no te pases. -dijo Fabián abrazandome más fuerte y corriendome hacia un lado, para que Camilo no pudiera darme el beso en la mejilla.

- Ya, ni que la fuera a raptar, tan solo la iva a saludar. Y bueno esto.. eh, ¿que iva a decir? ah.. ¡ya sé! me puedes decir Milo. ¿Conoces esa marca de cereales y de polvo para leche? así mismo. -me dijo simpáticamente. Parecía distraído y muy chistoso.

- Yo soy..

- Samantha. -me interrumpió "Milo" antes de que pudiera decir siquiera mi nombre.- Fabián no nos a parado de hablar sobre ti desde el día en que te vió en el Mc Donals, sé hasta de que marca eran los pantalones que llevabas ese día. Es apestante. -dijo agobiado.

- ¿No te dije yo que me enamoré perdidamente de ti? -me dijo Fabi, dandome un beso, no muy largo claro porque estabamos en medio de la sala de clases.

- ¡Ya! nada de escenitas aquí, ¿ok? y no es por nada pero la profesora entró hace 5 minutos y creo que ha observado todo. Valla lío. -dijo Milo asqueado.

Nos dimos vuelta todos, digo todos porque eramos Fabi, Milo, yo y otras chicas y chicos que al parecer eran amigos de ellos. Pero no alcanzó el tiempo de precentarnos. Corrímos ha sentarnos y comenzó la clase. Menos mal que la profesora no se percató de nuestra "escenita", si no me moriría de vergüensa. En este caso me senté con Fabián, y el no paró de darme besitos cada vez que la profesora se daba vuelta. Estaba en las nubes. A penas entendía si me hablaban.

Solo una cosa me despejó la mente. ¿Y Lucy? no me atreví a preguntar. ¿Donde estaría? si esque está por acá, ¿nos habrá visto?. Espero que no, pobre chica.


Capítulo 11: Fabián y Samantha ♥

30.5.09 en 20:06
No sé cuantos minutos pasaron. Podía pasarme así toda la vida. Amandole, estando con él. Sé que parece un sentimiento apresurado, pero yo lo sentía así. Recuerdo que una vez de niña le dije a mi madre "puede que ame a algún hombre alguna vez, pero jamás lo amaré tanto como a tí" ahora esas palabras eran absurdas. Claro, la amaba muchísimo, pero este amor era diferente. Un amor tan puro, tan limpio, algo nuevo, algo digno de experimentar. Algo hermoso. Nunca me había sentido tan feliz, se me olvidaron todas mis preocupaciones y todos mis deberes, mis responsabilidades y mis ideales. Que locura amar a alguien de ese modo. Pero, ¿saben que es más loco? que esa persona te ame de igual forma a ti. Un delirio total.

Mientra le abrazaba, tenía los ojos cerrados. Disfrutanto el momento. Pero al parecer, más que un momento fue una hora o algo así, no lo podía creer cuando abrí los ojos, ya estaba atardeciendo. Me separe de un impulso de Fabián y me incorporé, cojí mi mochila (la cual había dejado en el suelo) y me dispuse a caminar, pero se me olvidaba lo más importante. ¿Qué era?

Pues claro, en un impulso medio frenético por el miedo a que mi madre me retara mezclado con la lejanía de mi casa, me olvide completamente de que la última hora había estado abrazada con mi enamorado, y que antes de eso le había besado. Me di la vuelta y corrí desesperadamente los pocos pasos que había dado hacia él, y poniendome de puntitas (el era algo más alto que yo) le abrazé. Él también se había parado y tenía cara de confusión. Le miré hacia arriba y le dije:

- Lo siento, fue solo un impulso.

- Al menos te despertaste, creía que no lo harías nunca. -¿despertarme? ¿de qué hablaba?

- Pero si yo no me he dormido. -añadí con confusión.

- Jajaja ya, cuentame que has estado asiendo con los ojos cerrados apollada en mi pecho la última hora. -dijo con tono burlesco. Ante eso me sonrojé.

- Esto.. yo.. disfrutaba de estar a tu lado, no me quería separar de ti.

- Te ves tan linda cuando te sonrojas -eso solo logró que me sonrojara más aun.

- Aún tenemos muchos años para estar juntos, ¿de qué te preocupas? -añadió con tono sumamente decidido. ¿A qué se refería? ¿somos novios ahora o qué?

- Entonces.. supongo que ahora somos nov.. digo.. esto.. ¿qué somos nosotros?

- Mira, ojala fuera así de simple. Yo ya te considero mi novia, pero claro que a las mujeres les gustan las cosas más formales. -en ese instante se separó un poco de mi, se agachó y apolló una rodilla en la arena y me tomó una mano (típica de cuando te piden matrimonio).

- ¿Quieres ser mi novia hasta que el destino nos separe o vivir siempre juntos y luego casarnos? -le quería gritar que si, pero algo me detenía. "O vivir siempre juntos y luego casarnos" eso era una declaración fuerte. Realmente estaba tan enamorado como yo, ¿o esa era su táctica para conquistar a chicas?

- Yo.. si quiero. -me sonrojé a más no poder. Que momento más único.

Se paró me abrazó con todas sus fuerzas. Casi me deja sin respirar. Él lo notó, me soltó y me tomo de las manos. Y me dijo:

- Lo siento, no mido mi fuerza. Esque siento la necesidad de meterte dentro de mi corazón, y abrazandote fuerte es la única forma que siento que estoy más cerca de hacerlo. -que ternura, es demaciado tierno. ¡Le amo tanto!

- Eres un ángel. No me quiero caer nunca de esta nube, pero cuidado con esos abrazos, que me puedes matar por dejarme sin respirar. -le dije reprochándoile, pero también con amor. Él me sonrió pícaramente, y me dijo:

- Esto si que te dejará sin respirar.

Y se me abalanzó. Me dio un beso apasionado tras otro, me mordía el labio inferior, me tenía agarrada de la cintura. Y bueno, yo como no soy tan tonta, aproveché y le devolví los besos. Cuando por fin lo dejamos, la verdad esque si, me quede sin respirar.

- ¿Ves que te dejé sin respirar? -dijo con un brillo especial en los ojos.

- No.. yo solo.. bueno si.. -admití finalmente.

- Apuesto a que te puedo matar de asfixia. -me sonrió de forma torcida (la sonrisa que me pone a mil) y me guiñó un ojo.- Pero obviamente no te quiero matar, que te amo mucho.

- Bueno, haber quien mata antes al otro.

Y bueno, esta vez yo fui la lanzada, me abalanzé a su cuerpo tan fuertemente que nos caímos al suelo. Como yo fuí la que lo empujó quedé encima de él, y bueno estaba con la falda del cole, asique eso hacia que cualquier hombre se quisiese aprovechar de la situación, pero el esperó paciente a que yo tomara la iniciativa, que buen chico. Me acerqué a su cara y volvímos a lo anterior; más y más besos apasionados, llenos de amor y de deseo. Esta vez era su turno, asique me volteó rápidamente quedando esta vez él encima mio, claro que él era mucho más pesado, y lo sabía, asique no cargo nada de su peso y con las manos apolladas en la arena (al lado de mi cabeza, una a cada lado) se acerco, y bueno adivinen en que nos pasamos los 10 minutos siguientes. Si pensaron en besos y más besos, acertaron.

Encontré el momento adecuado para detenernos. Ya era tarde, casi estaba oscuro y estaba llena de arena. Además, no había almorazado ni nada, y había faltado a física (tenía clases de física esta tarde, ¡ouch!) asique me separe de él, me levante y sin perder tiempo comenzé a sacudirme la arena.

- ¿Esque no te han gustado mis besos? -me dijo con carita de niñito triste. Que ternura.

- Ay, obvio que si Fabi (ahora que tenía tanta confianza con él, como no decirle así) pero esque mira la hora que es, ¡y tengo un hambre que no te cuento!

- No será de esto, ¿o si? - dijo tomándome de la cintura y tomándome la mejilla con la otra mano.

- Ya basta, es mucho por hoy, ¿no te parece? me he saltado física, digo NOS HEMOS saltado física, no he almorzado y mi madre se va a enojar muchísimo conmigo por la hora que estoy llegando a casa.

- Ya vale, nos vamos.

Y partimos. A su lado el tiempo pasaba increíblemente rápido, era impresionante. A eso de segundos estabamos afuera de mi casa, me había ido a dejar. ¿No es lindo?

- ¿Ya estás feliz? -dijo un tanto enojado. Supuse que no se quería despegar de mi. Lo comprendia a la perfección, pero yo no era tan inmadura.

- Ya dejalo, pareces de esos niños mimados de la televisión.

- Pero esque no me quiero separar de ti, ahora que somos esto.. novios, no sé, siento que te voy a perder.. ¿por qué no me invitas a cenar? -tal cono intuí, cada vez le conocía mejor.

- ¿Te has pegado en la cabeza? -en mi vida mi madre me había dejado llevar chicos a mi casa. Ya saben, sobreprotectora o que se yo. No le gustaba que tubiera amigos hombres. A penas pasaba a Gaspi.

- Esta bien, esta bien.. nos vemos mañana supongo.. y bueno me voy..

- Que duermas bien y esto.. chao.

En ese momento los dos nos dimos vuelta, quedando de espaldas, para yo entrar a mi casa y él para dirijirse a la suya, pero, inevitablemente, nos vulvimos a dar vuelta quedando el uno al frente del otro y nos besamos. ¿Una despedida sin beso? ni lo sueñes.

Y hasta que se fué. Costó un poco pero, finalmente se fué. Me sentía liviana, feliz, gloriosa. Me sentia conquistada, enamorada. Sentía que mi corazón estaba lleno, me sentía satisfecha. Totalmente feliz. Oh oh.. ahora tenía que enfrentar a mi madre.. ¿qué le iva a decir? tal vez que..

- Hola Sam, ¿comó estas? -interrumpió mis pensamientos mi madre, la cual me dijo todo esto con tono gangoso, como cuando estas resfriada. Tenía los ojos rojos y la cara hinchada. ¿Qué le había pasado?

- ¡¡Mamá!! ¿qué te ha pasado?

- Pues nada.. no ves que me he resfriado..

- Vaya, que en la mañana no estabas así.. fue todo muy rápido no.. pero bueno, ya se pasará.

- Eso espero. Buenas noches hija.

- Buenas noches mamá -le dije con todo un poco extrañada, si, ya estaba oscuro y me había demorado mucho, pero tan de noche no era, por lo menos yo no me iva a acostar, eran recién ¡las 19.47! bueno, como comprenderán, en otoño aca en Chile ya esta oscureciendo bien temprano..

Las siguientes horas se me pasaron volando. Entre tantas ideas e iluciones, no me quedo tiempo más que para pensar. Que bello día, quizás que me esperaba para mañana. Llegó la hora de acostarce y así lo hise. Estaba cansada.

Mañana sería un nuevo día.

Capítulo 10: Sorpresas ♥

22.5.09 en 12:25
Me quedé al rededor de media hora pensando en lo ocurrido, no lo podía creer. Mañana volvería a verlo, en algo así como una cita. Aunque, no sé muy bien como lo va a llevar Lucy. Creo que me gané una nueva enemiga. Genial, no llevaba ni siquiera dos semanas y ya tenía una enemiga.. pero bueno, también tenía a un amor. De repente, siento que algo comienza a vibrar. Me quedé pensando que podía ser. ¡¡Claro!! mi celular, que torpe soy.

- ¿Diga?

- ¡Sam! te estoy esperando hace muchísimo rato, ¿estás bien? ¿dónde estás? ¿te raptaron? ¡¡responde hija, hija!! -mi madre es muy exagerada, pero bueno, la entiendo, era mi primer día de clases y además llegaría tarde a casa.. debe ser frustrante para ella.

- Mamá.. estoy bien.. me quede en el colegio un rato mas a.. esto.. a ¡estudiar! -mm.. no era muy buena excusa, pero luego inventaría algo mejor para explicarselo a mamá..

- Bueno, pero me llamas si te vas a quedar más rato, me tenías muy preocupada, vente inmediatamente o voy a mandar a los carabineros a buscarte.

- Ya voy, ya voy, hasta luego. -y corté.

Dios, que exagerada mi mamá. Salí del "escondite" y luego salí del colegio. Caminaba despacio por la vereda, paso a paso, igual que en la mañana. Cuidadosamente. Había un cálido sol, como de otoño, pero aun con un rastro de verano, agradable, no como el sol asfixiante de verano. A eso de los 20 minutos y algo llegué a mi casa. Mi mamá me esperaba junto con Cris, Rosi, mi tía Loreto, Isa, Gaspi, Alex y Cata. Rayos, se me había olvidado por completo que hoy era mi cumpleaños. Era la mejor sorpresa que mi madre y Cris me podían dar, traer a mis mejores amigos, aunque solo sea por un día. Por eso estaba nerviosa y alterada, porque no entendía mi retraso. Todos mis amigos, se me avalanzaron, luego de muchos abrazos, besos y felicitaciones, vino mi prima y me abrazó. No entendía porque en la mañana no lo había hecho, era extraño. Quizás no se había acordado.

- ¡¡Saaaaaaam!! te extrañaba tanto tanto. -dijo mi amiga Isa, con lágrimas en los ojos.

- Y yo. -dijo Gaspi intentando no quedar de lado.

- Y yo. -dijo Alex (otro de mis mejores amigos) también intentando no quedar de lado.

- ¿Y tu crees que yo no? o tienes retraso mental, o eres muy torpe para no darte cuenta de todo lo que te extrañabamos. -dijo Cata, una gran amiga, aunque no tanto como Isa. Ella siempre estaba con su humor un tanto cruel. Todos no reimos.

- Esto.. ¿conocen a mi prima? -dije yo, incorporando a Rosi.

- Claro que si, la hemos conocido antes organizando todo esto, es muy guapa. -dijo mi amigo Alex, mirando de forma poco caballerosa a mi prima, la verdad, esque era un poco lanzado.

- Mmm.. Sam, ¿y cómo lo llevas? supongo que 16 son varios años ¿no? -dijo mi prima, intentando evadir las miradas de Alex.

- Claro, pero bueno, uno tiene que envejecer algún día. A propósito, ¿porqué en la mañana no me saludaste?

- Esque era parte de la sorpresa hacerme la indiferente para que no le prestaras atención a que era tu cumpleaños, y luego te sobresaltaras más o algo así.

- Se han pasado chicos, y bueno, mamá también ha hecho lo suyo. Yo no me meresco esto. Mamá esta es la mejor sorpresa que has podido hacerme. De verdad, eres lo mejor. -dije de forma emocionada y la abrazé.

- Bueno, es lo mínimo que una hija como tu se merece. -todos se enternecieron ante la escena "madre e hija"

Después de el recivimiento, nos fuimos a almorzar a un restaurant de por ahí, la comida era exquisita. Estaba tan feliz, hace mucho que no era tan pero tan feliz. Luego de almorzar, mi prima Rosi y mi tía ya se fueron a su casa y mi madre y Cris se volvieron a nuestra casa. Asique, yo y mis amigos nos quedamos hablando y hablando toda la tarde, contandonos las cosas que nos habían pasado en este tiempo y un sin fin de cosas de jóvenes. No lo podía creer, ¡Isa estaba de novia con un chico nuevo de mi antiguo colegio! y Alex ya llevaba 2 novias este año, pero bueno, como él es, no duraron mucho. Catalina y Gaspar aunque no lo quieran, se nota que ahí pasa algo, aunque, aun nada confirmado. Se nos pasó la tarde volando, bueno, algún día tenía que llegar el final de este maravilloso día. Los fuí a dejar al terminal y nos despedímos. No quería que se fueran, hasta solté algunas lágrimas, quería que se quedaran para siempre cerca mio. Bueno, al final se fueron, y yo me volví a mi casa. No sabía si estar feliz por él maravilloso día que había tenido, o triste porque mis queridos amigos se habían marchado. Creo que sería mejor estar feliz, y conservar para siempre este maravillso momento en mi corazón. Ya en mi casa, cenamos y hablamos de este día. No mencioné mucho de la mañana en el colegio, no me interesaba comentarle hacerca de eso a mi madre y a Cris. Estaba tan feliz, con Fabián y la visita de mis amigos me sentía dichosa.

Luego de cenar, me duché y arreglé mis cosas para la mañana siguiente. Cuando desperté me sentía genial. Había dormido muy bien y estaba descansadísima. Me arreglé en un rato y me vestí con el uniforme. Fuí a desayunar, pero no había nadie en la cocina ni en el comedor, supuse que estarían durmiendo. Asique me serví cereales con leche.

Luego fuí al colegio. Y bueno, ahí estaba él. Tan hermoso como siempre, solo le sonreí y el me devolvió la sonrisa, no tubimos tiempo para hablar, puesto que la profesora ya había llegado. Las clases se pasaron volando, y mega aburridas también. En el recreo, salímos con Ania y le conté lo de ayer, estaba fasinada.

- Ya quisiera yo que me isieran algo así, y a propósito, ¡feliz cumpleñaos atrasado! no tenía idea, asique estás obligada a perdonarmepor no saludarte ayer jaja.

- Buen intento jaja.

- Bueno, ¿nos vamos? ya va a tocar la campana. Oye, mis amigas me dijeron que se habían ido una semana a la playa antes de que se acabaran los días de sol, asique en unos días estarán de vuelta, ahí te la spresentaré.

- No hay problema.

Entramos a clases y todo bien, aunque me tocaba física, sinceramente no le pego a esa asignatura, por suerte el profesor es simpático, y acepta mis reiterados equívocos. Las otras clases que tenía (lengua castellana y álgebra) se me daban mejor, aunque son igual de aburridas. Al salir de clases, a Ania ya la estaban esperando, asique se despidió y se fué, yo estaba dando la vuelta a la cuadra, dirijiéndome a mi casa, cuando una mano masculina y firme me agarra el hombro y me para en seco. Era Fabián, me quedé media paralizada, quería ver hacia todos lados para asegurarme de que nadie nos iva a ver, pero recorde que hoy no había venido Lucy, asique si ella no estaba, todo tomaba menos importancia. Me di vuelta en dos segundos y me quedé mirándolo, observándo su belleza. Hipnotizada por su mirada, y al parecer, el por la mia. No podía ver a nadie más que a él, estaba sumida en sus ojos. No sé cuanto rato habrá pasado, pero para mi fue eterno ese momento.

- Feliz cumpleaños atrasado. -dijo con una sonrisa que cegaría a cualquiera.

- ¿Cómo supiste de mi cumpleaños?

- Bueno, eso no importa, ahora te quiero llevar a un lugar, y darte una sorpresa. -dijo tiernamente, ¿más sorpresas? pensé yo.

- Esta bien.. -dije embobada- pero disculpame un segundo, tengo que hacer una llamada.

- No hay problema.

Llamé a mi madre y le dije que me iría a almorzar a la casa de una amiga y que llegaría más tarde porque luego me quedaría a estudiar en su casa, lo cual era una rotunda mentira. Ella se alegró de que estubiera haciendo nuevas amigas. Luego, caminamos largo rato con Fabián, quizás demaciado. Perdí la noción del tiempo. No hablábamos, solo nos mirábamos y nos sonreíamos, lo decíamos todo con los ojos. Cada segundo me enamoraba más de él. Al fin, llegámos a un sitio, dentro de la playa. Era hermoso, aunque no más que él. El sol de otoño, cálido y afectuoso, hacía qué todo tubiera un ambiente familiar.

- Bueno, aquí estamos. ¿Cómo lo encuentras? -dijo glorioso, había notado que el lugar me había encantado.

- Esto.. es precioso, es maravilloso. -dije mientras me sentaba en una roca larga, para poder observar el mar.

- Que bien que te gustó. -dijo mientras se sentaba en la misma roca donde yo me había sentado, se sentó al lado mio, pegado a mi cuerpo, aunque ubiera espacio para dos personas más alla. Me comenzé a poner nerviosa.

Nos quedamos así largo rato observando el paisaje. En ese momento uno de sus brazos se desliza por mi cintura y me abraza, obligando a pegarme más aun. A su vez, yo con mis brazos, le abrazé, encerrando su cuello y apollando mi cabeza en su pecho.

- Estoy enamorada de ti. -dije tan, tan naturalmente, que ni yo me lo creía. Me sentía tan bien con él, tan protegida, sentía que nadie podía separarnos.

- Yo también estoy enamorado de ti. Desde que te ví no te e podido olvidar, tu mirada me hipnotizó. -dijo de la misma forma que yo, seguro de si mismo.

Entonces me abrazó con más fuerza, y con su otra mano me levantó la barbilla, y me besó. Fue un beso dulce, largo, tierno, con mucho amor, fue hermoso. Luego la misma mano con la que tenía levantada mi barbilla, me la puso en la cintura, y me abrazó más fuerte aún, y me susurró al oido:
"Te amo".

18.12.09

Capítulo 21: Leyenda ♥


Con un movimiento de cabeza brusco me centré en el presente. Abrí el libro con delicadeza. La tapa era café, y con bordes como de ramas. Olía a viejo. En el centro titulaba “Criaturas mitológicas y leyendas de Grecia” y abajo ponía editorial minotauro. Muy a juego.


Tenía algo así como 120 páginas. Era muy sencillo. En el índice salían muchas cosas, tipo: “Abante”, Arpías”, “Basilisco”, “Centauros”, “Cíclopes”, “El dragón de Cólquida”, “Hidra de Lerna”, “Hipocampo”, “Janto y Balío”, “León de Nemea”, “Medusa”, “Minotauro”, “Ortro”, “Pegaso”, “Las sirenas y su canto”, “Zorra Teumesia”, “Las yeguas de Diómedes”, “Toro de Creta”, “Telquines” y muchas más descripciones, sus historias y leyendas. Además, incluía una guía completa sobre los dioses Griegos.


De casi todas me habían contando historias, o en algún sitio había oído la leyenda. Eran muy interesantes. Pero, después de ojear algunas cosas sospechosas, me centré en lo que más me llamaba la atención.


Quede paralizada con la descripción. Todo cuadraba.


Esa noche no dormí. O quizá si. No lo sé. Tenía mucho miedo como para darme cuenta si dormía, soñaba o miraba a la oscuridad sumida en mis pensamientos. ¿Porqué me habían elegido a mi, entre millones de personas en el mundo?, o, ¿Por qué cuando recién empezaba a tener esos sentimientos?, o mejor aún, ¿Porqué tenía que ser mujer? Ahora que lo pensaba, era más odioso de lo que creí siempre. Tener el periodo, la celulitis, las estrías y la depilación nunca habían sido preocupaciones para mí. Pero, sumándole esto, era mil veces peor.


Los exámenes delataron que tenía una anemia leve, por eso el desmayo. Y una gripe de otoño. Nada más. Pero yo sabía que no era así. Podría haberme ido hoy, pero prefería esperar a mañana, porque hoy no me podía venir a recoger mi madre, y no me quería exponer a ningún riesgo caminando por ahí en estas condiciones. De solo pensarlo se me ponían los pelos de punta. Le asentí fríamente a la enfermera cuando me vino a dar los resultados. Ella le restó importancia, y se marchó tarareando alegremente una canción desconocida para mí.


Fabián nunca llegó. Ni un mensaje, ni una llamada. No me animé a llamarlo. No sabía que era lo que pasaba, seguro que tenía sus razones. Más bien; me daba miedo seguir acercándome a él. Pero era inevitable.


Todo me daba vueltas. Tal vez tan solo había sido una horrible pesadilla. Tanteé con desesperado frenetismo la mesilla de noche que estaba a mi lado, en busca del interruptor de la lámpara. Todo era silencio. Volví a tomar con delicadeza el libro, y abrí el índice, buscando con morbosidad el título que necesitaba. Ansiaba que hubiera sido una equivocación mía, una alucinación de la fiebre. Pero allí estaba, intacto, casi alegre, impreso en aquella página color amarillo desgastado.


Con un gesto de amargura, y con el estómago en la garganta, me decidí a comprobar lo incierto. A manipular mi cordura. Abrí la página 63.


“Kαταραμένος χήρες (Viudas malditas):


Su nombre se remonta hace más de 100 generaciones atrás, cuando en las proximidades de Atenas solía existir un pequeño pueblo, del que se dice, su nombre era “Frustración Celestial”. De aquel pueblo, tan solo quedan ruinas actualmente.


La leyenda se basa en un grupo de vecinas que solían tararear alegremente mientras tejían al calor del fuego en sus casas, a la espera de sus maridos.Lo que ellas no sabían, es que el grupo de hombres después del trabajo se iban a los burdeles de la zona, y llegando con la excusa de que estaban muy cansados, se acostaban enseguida, sin levantar sospechas. Pero ellas eran felices tan solo con eso: una pequeña muestra de afecto, por parte de aquellos por los que se desvivían trabajando, cuidando la casa, y los niños, con un enamoramiento eterno.


Pero cuando a uno de aquellos hombres, se le fue la mano con las copas, y volvió tatuado de besos rojo carmín, la camisa desbotonada, y hablando estupideces, las mujeres lo comprendieron todo, y comenzaron a maquinar su plan: ciegas de ira, dolor e impotencia.


Uno a uno, los infieles maridos fueron desapareciendo. Todos lamentaban su pérdida, el pueblo estaba triste por su marcha misteriosa y sin sentido. Cuando, 3 años después, las 5 vecinas estaban viudas, y todos sospechaban a escondidas de su falso sufrimiento y de sus malvadas lágrimas, desaparecieron, sin dejar ningún rastro.


Se dice que los dioses convocaron sus espíritus, y los mandaron a las tinieblas, vagando por la oscuridad, en medio de la podredumbre, dejando a sus cuerpos podrirse en el campo abierto, en aquella pradera en medio del bosque, en la que ningún hombre había pisado jamás sino 70 años después, donde se supone, hallaron los huesos.


Cuando cumplieron su condena de sufrimiento, y les tenían un lugar en donde podrían descansar en paz, ellas no lo aceptaron, y huyeron despavoridas, tanteando todo con sus deformes manos, porque los ojos ya no le respondían ante la luz.


Desde ese entonces, vagan por el mundo entero, buscando a todos los infieles, y llevándose a las mujeres con ellas, para reclutarlas y hacer que dejen a los miserables sin su amor, porque no se lo merecen. La mayoría de las veces, se equivocan, matando a muchas mujeres tan solo por celos insanos, ya que ellas nunca recibieron aquel amor correspondido del que las otras gozaban.


Una vez que localizan a su víctima, no la dejan en paz. Le van quitando de a poco la energía, la dejan ciega, muda o sorda. Van de a poco, haciendo sufrir, para que se den cuenta de su error. Casi siempre las historias acaban con algún muerto, ya sea la mujer, o el infiel, dependiendo del caso y de cuantos celos sientan las viudas. La única solución es dejarse llevar, o luchar por el amor verdadero. Pero si este no es correspondido, habrá que abstenerse a las consecuencias, pues el poder de las viudas sin nombre es más poderoso que el de un simple mortal, pero sin embargo más frágil que una hormiga en comparación al amor verdadero, aquel del que ellas jamás serán cómplices.”



¡Tantas lunas! bueno les escribo porque les quería hacer una pregunta.. yo sé que no puedo pedir mucho, porque soy bastante irresponsable y todo eso. Pero aún así, ¿porqué ya no comentan? es decir, antes tenía muchos más comentarios y ahora a lo mucho 3 o 5, ¡o incluso menos! y quisiera saber si es porque les da flojera escribirme algo o es que ya no les gusta como está mi historia. Me gustaría saber, para quizás tomar otro rumbo. Lo curioso es que todos los días tengo bastantes visitas, pero comentarios, ninguno. Entonces eso. Pedirles que si les gusta, me comenten, aunque sea un "Me gustó mucho el capítulo" y si no, también, díganme en que puedo mejorar. Besos, y ¡ojala hayan disfrutado este capítulo! :)

1.12.09

Capítulo 20: Recuerdos ♥


El sol matutino a través de la ventana me despertó cálidamente. No sabía exactamente desde cuando, pero ya no sentía ese frío invernal, que no se me quitaba con nada. Lo más probable es que tuviera que ver con esa maldita sombra, aun que los doctores dirían que eran efectos secundarios de la fiebre. En realidad, no me importaba mucho lo que ellos pensaran, yo sabía realmente lo que me pasaba y lo que no, ellos tan solo suponían. Daba igual. De aquel aterrador día, apenas recordaba. Tan solo el dolor, y toda la impotencia que sentía. Pero de haber visto algo, estoy segura que lo recordaría, y no vi nada. Retorcí mi cerebro en busca de alguna sombra en mi recuerdo antes de quedar inconsciente, pero no encontré nada. Era bastante extraño. Quizás no era visible a la luz del día, quizás estaba detrás de mí y por eso Fabián me miraba de esa forma cuando corrí hacia él. Era todo tan confuso.

Me sacó de mi cavilaciones el sordo movimiento de de la puerta, al abrirse lentamente, como cuando lo hacen para no despertar a las personas. Entró mi madre con la lengua afuera, concentrada, mirando sus pies, los cuales estaban en puntitas, vigilando que no hicieran ruido. Llevaba traje de oficina y unos tacones gigantes, un bolso en el brazo y en mano, una bolsa que no paraba de crujir con cualquier leve movimiento. Me dio la espalda y cerró la puerta delicadamente.

- Hola mamá. –la saludé.

Salto como un metro y de la bolsa salieron algunos papeles volando. Profirió un gritito de desesperación, y finalmente, recuperando la compostura, dijo:

- Me asustaste, pequeña. Juraría que dormías. ¿Tan temprano y despierta?

- Bueno en realidad, acabo de despertar hace un instante.

- De todas formas es temprano. Luces cansada, quizás deberías dormir más.

- He dormido cerca de 12 horas mamá, las píldoras dan mucho sueño, y además, el aburrimiento cansa. Me dormí muy temprano ayer.

- Vaya, eso está bien. Bueno, aproveché de venir antes de irme al trabajo, te traje ese libro raro de la mitología y toda esa estupidez. No sabía que tu nuevo hobby es la historia de Grecia.

- No es mi nuevo hobby, tan solo aprovecho mi tiempo postrada como si fuera inútil investigando para un trabajo para la próxima semana. –mentí rápidamente. No quería sospechas de ningún tipo. Se quedó pasmada.

- Parece que los 16 han hecho que evoluciones, pequeño chimpancé. Pensé que serías una eterna adolescente irresponsable e inmadura. Bueno, no me confiaré del todo, pero me alegro que madurez un poco.

- Creo que deberías irte, se te hace tarde. –dije avergonzada, recordando todas las locuras que hice cuando vivíamos aun en Santiago. Ella me tenía etiquetada como bomba atómica anti colegio-responsabilidad-deberes. La verdad es que exageraba un poco, pero ella temía que en cualquier momento llegara con la noticia de que me habían expulsado, sancionado, puesto una mala nota o castigado.

- Tienes razón, me voy. Te quiero. –dijo ella, repentinamente nerviosa, y se despidió con la mano.

- Que tengas un buen día.

- ¡Igual! –gritó ella a unos metros de distancia.

Adoraba a mi madre. Aunque no compartía la misma opinión en muchos aspectos, nos llevábamos bastante bien. Éramos prácticamente iguales, excepto que yo no había heredado aquella cualidad de guardar rencor infinitamente. O tal vez aún no la había descubierto.

Enfoqué mi memoria años atrás.

- Vaya, que guapa estás, corazón. ¿Por qué no nos vamos a la pieza? –decía el hombre, borracho y tambaleándose, en el portal de un casa en Santiago, cuando Samantha tenía apenas 7 años. Recibe una cachetada por parte de Ágatha, la cual lucía hermosa, con un vestido de fiesta plateado, y muy bien peinada.

- ¡Imbécil! Te prometí que podrías venir para navidad, a celebrarlo con nosotras, pero siempre lo arruinas todo. Pensé que podrías seguir siendo el padre de mi hija, aunque ya no estemos juntos y no me des dinero para cuidar de Sam. Me las he tenido que arreglar yo sola durante estos últimos años, y aún así he dejado que la vieras. ¿Sabes porqué? Porque aún te tenía un poco de confianza. No puedo creer que le hagas esto a ella, que te esperaba tan ilusionada. ¡Te tenía un regalo y todo, cerdo asqueroso!

- No seas así, Agui, ya sabes que yo te quiero mucho...-la intenta besar, pero ella se aparta bruscamente y le da otra cachetada.

- ¡Apártate, no te quiero volver a ver más! Lo único que traes es desgracia por donde vas ¡Déjanos en paz!

- ¿Crees que eres capaz de echarme de mi propia casa?

- ¿Tú casa, tu casa? –rió sin ganas Ágatha- A este lugar ya no perteneces, y ella tampoco te pertenece. Aléjate de nuestras vidas, ¡te odio, Miguel, te odio! ¡Mira lo infeliz que la haces! –dijo mientras indicaba a una niña de hermosas mejillas sonrosadas, y unos ojos turquesa rojos de tanto llorar.

- ¡Paapapa Papá! –sollozó la pequeña

- ¡Sami, ven con tu papito, a quien quieres mucho! ¿o prefieres que darte con la bruja, que no quiere que nos veamos? –murmuró, mientras se tambaleaba y se reía, atragantado en su hipo.

La pequeña dudó, pero no lo suficiente, pues Ágatha interrumpió.

- Él no te quiere, Samantha, sabes que yo hago lo mejor para ti. –no dejo contestar a la niña, y siguió- ¡Ahora vete! ¡No te quiero volver a ver en la maldita vida!

Cerró de un portazo la puerta en la nariz de Miguel, mientras este se alejaba gritando: ¡Ya verás Ágatha! Esto no se quedará así.

Volví a la realidad. Estaba muy absorta en aquel recuerdo, que recordaba con lujo de detalles. Había sido un 24 de diciembre, e íbamos a celebrar la navidad con mi papá, el cual hace mucho que no veía. Él no acostumbraba a pasarse por casa.

Desde ese día, nunca más volvió a aparecer. Pasaron años antes de que a mi madre se le pasara el miedo de que viniera por mi, o que la demandara para quedarse él con la custodia. Luego se le pasó, ya que no había indicios de que apareciera. De todas formas, nos mudamos a otra comuna, a mi me cambio de colegio (donde conocí a mis mejores amigos de siempre) y ella cambió de teléfono, por la dudas.

Era el último recuerdo que tenía de mi papá. Añoraba que no estuviera muerto, y que ahora tuviera costumbres sanas, y no tantos vicios. Soñaba con que, algún día, me lo encontrase, y pudiéramos seguir siendo una familia feliz. Pero era muy obvio que eso no resultaría. Lo más probable es que al día siguiente de la discusión, se halla embarcado con uno de sus amigos, rumbo a quien sabe donde. Ese era su estilo. Aunque ya habían pasado 9 años, mis ojos aún querían llorar al recordar estas imágenes. Pero algo me lo impedía; ya había llorado mucho por aquel hombre, quien nunca hizo nada por mí. Ya era lo suficientemente madura como para no caer en una depresión estúpida. Mi vida era muy hermosa ahora y no la cambiaría por nada. Fin del asunto.

23.10.09

Capítulo 19: La pesadilla ♥


Estaba en una calle, la luna nueva se elevaba por el cielo, trayendo consigo una oscuridad aterradora. No había nadie allí, al parecer era bastante tarde. ¿Qué hacía yo en ese lugar? ¿tenía algo que hacer allí, por casualidad? no lo sabía. Caminé, sin rumbo aparente, en busca de alguna señal humana. Parecía un pueblo abandonado. No me imagino que habrá pasado para que la gente abandonara aquel lugar dejando todas sus pertenencias, huyendo despavorido, como si la muerte fuera tras ellos. Estaba todo intacto, sin derrumbes, ni madera quemada. Por lo que, ningún desastre natural podría haber ocasionado aquello. Era realmente extraño. La luz de los faroles, alumbraba tenuemente, ya que eran viejos y estaban cansados de alumbrar un lugar sin vida. La brisa, helada y escalofriante, meneaba suavemente la hierba, oscurecida por la sombra de la noche. Pasé por una vitrina, y me dio curiosidad saber como iba vestida, por lo que me acerqué un poco más para verme reflejada en el vidrio. Era simple: unos pescadores blancos de tela, y una camiseta sin mangas tono pomelo. Llevaba el pelo suelto, algo enmarañado. Estaba blanca como nunca antes lo había estado y las ojeras dominaban la atención hacia ellas. Parecía muerta: era la mejor descripción. No sé por que no sentía frío, si estaba tan desabrigada.

Estaba dispuesta a darme vuelta y seguir mi caminata, pero algo me detuvo. En mi reflejo, atrás mio, había algo que no había visto jamás, por lo que el pánico invadió mi cuerpo y logró que me tensara, a tal punto, que no me podía mover. Era un sombra, oscura, maléfica, amenazante. Se acercó a mi, tal como si quisiera propinarme una caricia, me envolvió con suavidad, tal como lo haría una brisa de verano. Parecía con buenas intenciones, y aunque no tuviera rostro, ni algún carácter humano, la expresión lo delataba: estaba sediento de muerte, sediento de dolor, de sufrimiento. Me quedé embobada, no sabía si correr e intentar escapar, o tan solo dejarme llevar, por ese falso placer de alivio. Era una satisfacción falsa, sabía lo que quería realmente. Quería hacerme uno de los suyos, quería reclutarme, por así decirlo, y beber de mi condena.

Se me abrieron los ojos de golpe, y corrí en una dirección, tal vez la equivocada. Solo quería escapar de aquel vago sentimiento. Me sentía vacía, como si me hubieran quitado parte de mis buenas experiencias, parte del afecto que me habían entregado a lo largo de toda mi vida, parte de mi alma, parte de mi vida. Sentía que mis piernas me fallaban, también como el cansancio se apoderaba de mi, y como un susurro sordo hablaba al lado de mi oreja: "Samantha, no puedes escapar, ya eres parte de nosotros, ya tenemos una parte de ti, y no la podrás recuperar jamás, acepta el final de tu historia, y será menos doloroso para ti. No niegues lo innegable, no acudas al amor, todo eso te corrompe el espíritu, la muerte, es el único y verdadero alivio, únete a nosotros, por las buenas, o por las malas. Tú eliges." Cada vez sentía más miedo, miedo de la muerte, de lo que había después de ella, de olvidar los buenos ratos, de perder la sensación de amistad, de perder a mis seres queridos. ¿Y si tenían razón? tal vez toda la vida era un disfraz, y tan solo la muerte era el real alivio, y no se comparaba con la sensación de ser amada, esto lo superaba, iba más allá de lo humano. Era tentador. El dolor comenzaba a aferrarse de mi, y sentía una gran opresión en el pecho, que apenas me dejaba respirar. Comencé a jadear, quería gritar, quería morirme de una vez. Los faroles comenzaron a escasear. y yo me dirigía hacia el final del pueblo, entrando hacia la carretera, dirigiéndome hacía otro lugar. Había un cartel, donde indicaban el próximo pueblo más cercano. Decía: "Αθήνα 357 km. (Atenas)" ¿Estaba en Grecia? ¿La ciudad más cercana era la capital? ¿Tan lejos estaba? ¿Como podría llegar allí corriendo, perseguida por espíritus maléficos? (digo espíritus, porque ahora eran varios). El terror dominó mi cuerpo, estaba perdida, completa y totalmente perdida.

Entonces desperté, y proferí un grito medio ahogado, llena de terror, las lágrimas corrían por mi rostro sin cesar. El doctor Marín entro corriendo, mientras gritaba: "¡Emergencia, parece que tiene un ataque!", pero entonces se dio cuenta, que me encontraba bien, pero algo agitada. Tarde un rato en tranquilizarme.

- Fue solo una pesadilla, doctor. -dije mientras me secaba las lágrimas.

- ¡Valla, puedes hablar! ¡que maravilla! -dijo el doctor, sumamente sorprendido.

- Si bueno, aunque aún estoy un poco ronca.

- Me alegro mucho. Bueno, los exámenes están mañana, ahí veremos si es que te agarraste algo más grave, aunque al parecer, todo este alboroto a sido por una simple gripe. La enfermera me dijo ayer que te dolía la cabeza y la garganta, así que es lo más probable, tan solo una laringitis o algo así. Hay que ver.

- Eso espero, doctor. Aunque ya no me duele mucho la garganta, y no me a dado fiebre.

- Bueno, en realidad si has estado con un poco de fiebre, es de lo más normal. A propósito pequeña, ¿porqué gritabas?

- Mm.. -me dio un escalofrío al recordar mi pesadilla- es que tube un muy mal sueño, era aterrador.

- ¿Y no me lo quieres contar? -dijo con tono paternal. La verdad es que era muy amable.

- No me acuerdo de mucho. -mentí

- Eso está mejor, no vale la pena recordar cosas feas, de seguro a sido todo una alucinación por la fiebre, -dijo con una sonrisa- bueno, tengo que ir a ver a otros pacientes. Nos vemos Sam.

- Adiós.

Estaba tan, pero tan feliz. Aunque ya sabía de mi recuperación, volver a tener voz era genial, aunque, estaba un poco transformada, ya sabes, por la irritación.

Aquel sueño, no lo olvidaría jamás, era tan real y tan aterrador, yo sé que tiene un significado para mi. Y sé que esto, aunque quisiera, no es una simple gripe, aunque para los ojos de los doctores sea así. Yo sé la realidad. Tengo que averiguar más acerca de esto.

- ¡Hola Samanthita! ¿como estás? -dijo mi madre en tono meloso, de seguro ya se había enterado. No la había visto llegar.

- Odio que me llames así.

- Uy, ni siquiera un hola, ¿eso es lo que me querias decir al recuperar tu voz?

- Hola mamita. -le dije con el mismo tono meloso que ella utilizo.

- Eso está mejor. ¡Mira lo que te traje! -me hablaba como a una niña en navidad, de verdad estaba emocionada. Ya veía que sacaba una barbie de la mochila o algo así.

- Deja ver.

Me pasó un libro forrado en plástico, "La isla bajo el mar" de Isabel Allende. Ella es una de mis escritoras favoritas, y le había mencionado a mi madre de su nuevo libro, el cual trata sobre la vida de una niña esclava, muy interesante.

- Valla, ¡gracias! algo para entretenerme en este horrible lugar. ¿Cómo está Cris?

- De nada chiquita. El ahora no está acá, unos amigos lo llamaron de Santiago para el matrimonio de uno de ellos. Devería haber ido con él, pero no pensaba dejarte sola.

- ¿Y como va todo? ¿algo interesante que contar?

- Nada mucho, la verdad, esta todo muy tranquilo. Ayer empezé en la nueva agencia, ya sabes, a la que me trasladaron, era más cómoda la de Santiago, pero no puedo hacer nada.

- ¿Algún nuevo amigo?

- Y bueno, hay una chica muy simpática, pero parece envidiosa. ¡Oh, que tarde es! ya está terminando la hora de almuerzo, debo volver al trabajo.

- ¿Usaste tu hora de almuerzo para venir a verme?

- Por supuesto muñeca.

- Eres lo más, mamá. Te quiero

Me dió un beso y se fué casi corriendo, pero antes le pedí si me podía conseguir un libro sobre los mitos y leyendas de Grecia. A ella le extraño bastante, pero no me puso oposición. Me dijo que lo traería mañana. Tenía que averiguar más sobre todo esto.

Al poco rato me trajieron el almuerzo, sopa de tomates y ensalada de lechuga. Tenía un montón de hambre. Más rato me volvió a visitar el doctor Marín y me dijo que me quitarían el suero y pasado mañana ya me darían de alta, aunque todo depende de los exámenes. Leí el resto de la tarde, esperando a Fabián, pero este no apareció. Esto me apenó bastante, lo esperaba con ansias. Como no llegó, y yo ya me estaba aburriendo, prendí la tele y ví un capítulo de "H2O; sirenas del mar", después uno de "Isa tkm", y me dormí viendo el final de este. Antes de dormirme, tan solo pensaba en no volver a tener el mismo sueño de antes.

23.9.09

Capítulo 18: Las píldoras ♥


Cuando volví a despertar, tenía un dolor de cabeza terrible, y la garganta me dolía más de lo que duele con un simple resfriado. Era como si tubiera gripe, pero sin voz. No había nadie en la habitación, y ya estaba oscureciendo. Me dió miedo pensar que podría haber estado desmallada muchos días. Miré al lado de mi cama y estaba el bolso de Fabián. Eso era un alivio, porque estaba por acá. Entonces alguien entró con un café en la mano y bostezando, al parecer no había dormido mucho en los últimos días. Era él. Apuró el paso cuando se dió cuenta de que había despertado, y prendió la luz. Se sentó a mi lado y me dedicó su más bella sonrisa.

- ¿Cómo estás dormilona?

Yo le sonreí con ganas. Era mi único modo de expresarme, y sinceramente, sin contar el dolor de cabeza y de garganta, estaba bien. Me iva a recuperar, aunque tardara un poco. Sin embargo, esta es la experiencia más aterradora que e vivido. Los médicos dirán lo que me ocurrió, tendré que ser paciente.

- Sami, me voy a tener que ir.. mañana después de clases volveré, como lo he hecho toda esta semana.
-Le hise señas de que me pasara un lapiz y una libreta, para, de algún modo, comunicarme mientras aun no recupe el habla.

Le escribí: Ok, te veo mañana. Estoy muy feliz de saber que me voy a recuperar. Cuando te vallas, ¿puedes llamar a la enfermera? Porfis. A propósito, ¿cuando rato dormí? y, ¿qué hora es? lo que pasa esque me desmallé, le tengo miedo a las agujas. Te amo


- Bueno, yo la llamo. Y nosé exactamente, pero te desmallaste más o menos en la mañana, y ya está casi de noche. Te dejamos dormir porque necesitas descansar. Tén, te dejo mi reloj de mano para que sepas que hora es, luego me lo devuelves. Aunque si llego tarde a clases, es tu culpa jajaja.

Eran las 8.12 PM, el horario ya comenzaba a cambiar.. me dio un beso rápido y se fué, cerrando con delicadeza la puerta. En unos instantes la enfermera vino.


Le escribí: Señorita, ¿cuándo van a estár los exámenes listos? y, ¿me puede dar algo para la cabeza?, me duele mucho, igual que la garganta.

- Enseguida le traigo un píldora. Los exámenes estarán listos pasado mañana. Tendrá que estar en absoluto reposo hasta ese entonces. -Me trajo un vaso con agua y no una, si no que 6 píldoras de diferentes tamaños y colores- Esta, es la píldora para el dolor de cabeza. Pero estas otras, son las que el doctor Marín receto para usted. -explicó- Aquí tiene, si necesita algo puede tocar este botón y vendré enseguida.

Terminé de tomarme las píldoras y se fué, llevandose el vaso. No había visto ese botón. La última vez que estube en un hospital aún no era tan moderno. Al rato, se me paso el dolor de cabeza, pero el de la garganta, seguía, persistente. "Creo que definitivamente me agarré una gripe" pensé. Tantas píldoras, hisieron un efecto adormecedor en mi. Y, como no tenía en qué más entretenerme, me dormí.
Habrá que esperar, para saber algo más.

24.7.09

Capítulo 17: Diagnóstico ♥


Fabián salió por la puerta y la cerró silenciosamente, me quedé solá y triste en ese clara habitación, quizás demaciado. Ya no lloraba, aunque tenía toda la cara empapada. Tan solo había un sollozo inconsolable proveniente de mi alma. Todo era tan confuso.. ¿qué iría a pasar? ¿sería tan solo un sueño?

Se abrió la puerta de golpe y me llevé un susto. Miré hacia allí y ví como un señor ya mayor, bastante canoso y regordete entraba medio corriendo. Rápidamente me midió la presión, los latidos y la respiración. Se quedó extrañado mirándome.


- A simple vista no sé que es lo que le ocurre. Requerirá de algunos exámenes. -dijo el doctor a Fabián, que había llegado sigilosamente, haciendo que no me percatara de su presencia.


- Pues entonces haganle los malditos exámenes y todo lo posible para que se mejore, es su trabajo. -dijo Fabián furioso, fuera de si. Me daba un poco de miedo, y me dieron ganas de gritarle algo, para que se tranquilizara, pero no pude.


- Tranquilo, se hará todo lo que está a nuestro alcanze. Haber nena dí 'aah'. -y me puso un palito de helado el la lengua- Mmm.. no puedo decir nada concreto, pero tiene un notorio daño, aunque no sabría indicar las causas. Iré a buscar a la enfermera para los exámenes que sean convenientes y al doctor Marín, otorrinolaringólogo.
El doctor se fué. Fabián se quedó medio estático y muy shockiado. Finalmente se sentó a mi lado y me tomó la mano.

- Aún estás muy helada. ¿Porqué? es todo tan extraño.. ojala que todo salga bien.. -dijo con un tono muy triste.. me desconponía de tan solo escucharlo- bueno creo que viene tu mamá, mejor me voy, si no me agarraré una buena paliza jajaja. -rió sin muchas ganas, yo le sonreí como pude.
Me dió un beso en la frente y cuando estaba apunto de abrir la puerta, alguien la abrió antes y casi le pega un portazo. Era mi madre. Lo fulminó con la mirada y avanzó rápido hasta donde estaba yo.

- Hija. Que te puedo decir, estoy.. un poco.. confundida.. triste, me tengo que espavilar, es como si no reaccionara.. fue todo tan rápido.. bueno, pase lo que pase estaremos todos a tu lado y te cuidaremos lo más que podamos. ¿Ok? apropósito.. no me habías dicho que tenías novio -dijo un tanto molesta- ni siquiera nos lo has presentado. Porqué vas con todo tan rápido ¿eh? es como si te buscaras los problemas.. ¡¿porqué no me contestas, que te ocurre?! -yo solo miraba hacia la ventana.. no me atrevía a mirarla a los ojos.. sentía que me podía atravesar- claro, estando yo tan preocupada por ti, lo único que te pido esque me cuentes que es lo que.... ah.. cierto, cierto. Lo siento, estoy muy aturdida. Según el doctor pasará.


La miré como diciendo "¿encerio?" muy emocionada. Era la mejor noticia que podía esperar. En ese momento las dos volteamos a ver quien entraba por la puerta. Era el mismo doctor de antes, en compañía de una enfermera esbelta y con grandes ojos, llenos de curiosidad. El otro hombre, que deviera de ser el tal doctor Marín, era delgado y con la cara avejentada, pelo casi blanco y una cara muy arrugada, acompañada de unos ojos con mucho sufrimiento de color celestes cielo, de esos casi transparentes.


- Vamos a ver, pequeña. -Miró a mi madre con cara de "es mejor que nos deje a solas" y ella se fué, con cara de angustia. El me examinó, normalmente y escribió algunas cosas en un cuaderno que traía consigo- bueno, creo que habrá que hacerle un examen completo, suministrarle -escribió unas lineas en otra hoja, la arrancó y se la entregó al otro doctor, del cual aún desconocía su nombre o apellido- estos medicamentos. Será mejor que tome reposo durante algunos días, por lo menos hasta que esté claro el diagnóstico. Bueno puede proseguir, enfermera Compton. Doctor, ¿me acompaña un momento?

- Claro Damián. -con que se llamaba Damián Marín, pero tenía más curiosidad de saber como se llamaba el hombre regordete, me inspiraba confianza.


Ellos abandonáron la habitación. Y la enfermera comensó a urgar unas cosas encima de un mesa dandome la espalda, por lo que no podía ver que era lo que hacía. La verdad es que ya me sentía mejor, con el puro hecho de que me mejoraría. Quería que me hisieran los exámenes rápido para poder estar más con Fabián.


- Señorita, ¿me facilita su brazo izquiero por favor? -me dijo amablemente, mientras sostenía una horrible y gigantesca jeringa en su mano.

Yo me imaginaba una prueba de ADN o que se yo, en la que me cortaran una uña o me sacaran un poco de cabello. ¿Pero sangre? no, por favor. Le tenía pavor a dos cosas. Bueno a muchas, pero a dos principamente. A los caballos, y a las jeringas. Quería gritar o decirle que no, que no podía. Pero ella ya tenía mi brazo en su poder y estaba apunto de comenzar a succionar sangre.

La sangre no me parecía asquerosa, de hecho, me daba igual. Lo que me pasaba, era con la agujas, y la sensación de como la sangre se te va yendo por ahí, y se almazena en ese frasquito. Era horrible.


De pronto sentí un mareo, ganas de cerrar los ojos, y vomitar. Me iva a desmallar. Me había pasado toda la vida, con cualquier aguja, y más con jeringas. Miraba como a sangre iva subiendo, hasta que todo comenzó a ser borroso, la respiración disminuyó, y por fin, me desmallé, como esperaba.
Malditas agujas.

12.7.09

Capítulo 16: Despertando ♥


De un vacío total, volví a la vida, como si de una resurrección se tratara. Estaba totalmente desorientada. ¿Quién era, dónde estaba, que había ocurrido? al menos recordaba que era humana. Aunque ya había recuperado la conciensia, aún no lograba recordar nada.

Al fondo, se escuchaba un llanto melancólico, proveniente de una mujer dévil, y una voz grave y firme intentando consolarla. Sentía frío, mucho. Pero en mi vientre, sentía una calidez que me llenaba de vitalidad. Agudizé mis sentidos, los cuales por suerte había recuperado. Primero la audición, como agradecía volver a tenerla, ese zumbido era desmoronador. Logré escuchar con más presición el llanto y la voz, también cosas nuevas. Escuché pasos, un murmullo que provenía muy de lejos, y una respiración cercana muy acompasada y tranquila. Agudizé el tacto, mis manos estaban al costado de mi cuerpo, yo estaba acostada ensima de algo suave y blando. Una cama, y probablemente de hospital, porque también pude sentir la aguja que tenía en el brazo, lo cual seguramente sería el suero. Por último agudizé el olfato. No me equivocaba, estaba en un hospital, ya saben, su olor es muy característico.

Volví a inhalar con más fuerza que antes, y me llevé una sorpresa de otro mundo. A través de esa respiración se me vinieron tantos recuerdos de golpe, que quize volver a dormir. Era mucha información como para un solo segundo. Pero por lo menos, recordaba. Uno de mis miedos más grandes era quedarme sin memoria en algún momento de mi vida. Quería abrir los ojos, pero tenía miedo. Aún tenía un escalosfrío eterno en mi columna, y seguía entumida. Me sentía frágil y sola, aunque sabía que no lo estaba.

Finalmente, luego de algunos minutos de meditación, decidí abrirlos, lentamente. Por entre mis pestañas, pude ver mucha claridad, y todo de blanco. Ahora lo tenía más que confirmado, estaba en un hospital, hospitalizada. Subí un poco más mis párpados y pude ver a Fabián sentado en una silla, con su cabeza recostada en mi estómago durmiendo con su carita de ángel. Estaba en polera, no sé como no tenía frío, yo sentía que estaba en la Antártica. Los abrí completamente. Miré hacia todas partes, no había nadie más en la sala. Después de un rato, logré acostumbrar la vista, ya que cuando resién los abrí, veía todo un poco borroso. Quería probar mi último sentido, el habla. Ya había confirmado que todos los demás estaban en perfecto estado, y supusé que este último también lo estaría, pero solo por curiosidad, quizé pronunciar algo.

Mil lágrimas comensaron a salir de mis ojos. No funcionaba. No lo podía creer, estaba perdida. ¿Qué iva a hacer yo, sin poder hablar? tendría que ir a una escuela especial para mudos. No le podría volver a decir "te amo" a Fabián, ni a mi madre. No podría dar los buenos días. Esto era malo, pero muy malo. Además, con lo frágil que estaba, y con el frío que tenía, me sentía próxima a la muerte, como si una enfermedad mortal estubiera a punto de desacerse de mi.

- Mmmm.. ñaarrtzzzz.. -murmulló Fabián entre sueños, moviéndo un poco la cabeza.

Abrió los ojos, y se quedó mirando al vacío un momento, como recordando donde estaba y porque estaba aquí. Se espabiló en unos segundos y se sentó. No me miró hasta despues de bostezar y estirarse. Yo miraba la ventana. ¿Qué podía decirle?

Se quedó mirandome por unos segundos, sin saber que decir. Finalmente, no muy decidido, me dijo:

- ¿Porqué lloras?

* Silencio por parte mia *

- Vamos, no quiero ser grosero, pero me tienes muy nervioso, estas hace tres días en coma, y pensé que al despertarte te alegraría verme a tu lado. Estoy muy preocupado. Aunque allas dormido por tantos días, y tengas suministrados suficientes nutrientes, no se te quitan las ojeras ni la palidez. Temperaron esta sala especialmente para ti a 32º C, y aun así, sigues helada. No me miras y además eres un mar de lágrimas. ¿Me quieres decir que rayos pasa? Tu papá ya no sabe que decirle a tu mamá para tranquilizarla. -dijo intranquilo.

En ese momento lo miré de una forma indescriptible. Le quería explicar todo con la mirada, y a la vez darle a entender mi enojo. Me dolía que pensaran que Cris fuera mi papá. Mejor callar que meter la pata.

- ¿No me vas a hablar? -repuso con cierta ira, la cual era injustificable.

Se me salieron aún más lágrimas pero esta vez, sentí una verguënza enorme. Me tapé la cara con las manos. Me destapé y le intenté hablar, pero parecía tonta, no me salían las palabras. El solo me miraba con sufrimiento, no le puedo culpar, no entendía nada. Al final, me las arreglé para pedirle que me diera un lápiz y un papel. Por suerte venía del colegio y estaba con su bolso.

Y le escribí:
Mi amor, no quiero que grites y te espantes. Pero, me he quedado muda. No puedo decir nada. No comprendo nada tampoco. Cuando recién me desperté tampoco recordaba nada, pero los recuerdos de pronto vinieron a mi, por suerte. Yo tampoco sé porque tengo tanto frío, pero creeme que no lo hago apropósito. Lamento no poder volverte a decir nunca más te amo, pero quiero que sepas que es así.

Mientras lo escribía, seguía llorando, por supuesto, y la hoja, devo agregar, quedo con muchas gotas. Él intentaba leer algo mientras escribía, pero yo quería que lo leyera todo de corrido. Se lo entregué, no sin cierta resignación, e intenté tranquilizarme.

Él solo se quedo en silencio, asimilando. Abrío la boca intentándo decir algo, pero al parecer no sabía que era lo correcto.

- Voy a buscar al médico. -dijo sumamente serio. Se paró y se dió vuelta, dirigiendose a la puerta. Antes de llegar a ella, se detubo, y volvió casi corriendo hasta mi, y me abrazó, como pudo, ya que yo estaba acostada en esa horrenda cama.

- Te amo y no lo olvides, no importa lo que pase, saldrás adelante y yo estaré a tu lado todo el tiempo que sea necesario. -dijo con la voz llorosa, y luego volvio hacia la puerta.

En la fracción de segundo que duró en darse vuelta, alcanzé a ver un brillo en su mejilla.
¿Una lágrima?

10.7.09

Capítulo 15: Lo inesperado ♥


Las siguientes clases pasaron rápido, o lento, en realidad no lo sé. Estube como fuera de tiempo. Además, ni sueñes con que podía concentrarme, tenía esa sensación de cuando alguien clava su mirada en tu espalda, y era obvio que era Fabián. No me atreví en ningún momento ha mirarle. Tenía pavor, no se de qué, pero lo tenía. Para suerte mía los profesores con los que me tocaba no me prestaron atención en ningún minuto. Era como si me hubiera esfumado, porque ni siquiera Ania me hablaba.

Al final, lo único que me hiso espavilarme fue esa insistente campana, que te remueve entera cada vez que suena. Ya había llegado la hora de irse a casa. ¿A casa? no. No quería ver a mi madre. ¿A dónde me iva? con Ania no, porque es muy poco paciente, y querría que le explicase todo, y yo no quiero pronunciar palabra alguna. Al fin y al cabo, cuando terminé de guardar mis cosas en mi mochila y estaba lista para salir y dirigirme a mi nuevo destino (el cuál no tenía idea de cual iva a ser) me encaminé hacie la puerta. Me parecía extraño que nadie me hablase.

Entonces me dí cuenta. Hace ya horas, que escuchaba un leve zumbido, no escuchaba las conversaciones, solo un zumbido como cuando estas en el centro comercial y hay tantas personas, que no puedes escuchar alguna conversación determinada, porque todas se mezclan en una sola. Eso mismo me pasaba. Al darme cuenta, ese zumbido poco a poco fue desapareciéndo y quedó todo en profundo silencio. No miraba otra cosa si no el suelo hacia varios pasos ya, y por el cemento sobre el cual me encontraba supuse que estaría saliendo del colegio ya. Levanté la mirada, y me dí vuelta, horrorizada. ¿Qué era todo esto? estaba atormentada. Me encontré con la mirada de mi amado, me mirada con profunda preocupación.

Estaba a tan solo unos pasos, quieto y paciente, el sabía que algo me pasaba. De repente sentí como las ojeras se me marcaron y los párpados me pesaban más de lo normal. Pero una extraña intuición, que iva en contra de mi voluntad, no me dejaba cerrar los ojos. Se me comensó a nublar la vista, como cuando estás viendo a través de un vidrio y este se empapa de vapor, así veía en ese momento. Pero aún así, podía distinguir la silueta de Fabián. Quería gritar de horror, la sensación que tenía era inexplicable. No era de dolor, esto iva más allá. Pero mis cuerdas vocales me traicionáron. No funcionaban.

En un intento de salvarme de este suceso, totalmente desconocido para mi, corrí en su dirección. Antes de que mis piernas me fallaran, al igual que el habla, la vista y la audición. Me apróxime lo bastante como para poder abalanzarme, pero no alcanzé. En ese momento mis piernas no reaccionaron y me caí al vacío, pues para mi todo ya era borroso y sin sentido. Pero sus brazos, esos fuertes brazos, me agarraron y me estrecharon, y sentí la calidez de su pecho en mi mejilla. Y pude aspirar su delicioso aroma antes de que me fallara mi cuarto sentido, el olfato. Entonces no olí más, y tampoco sentí nada, tan solo como algo me consumió totalmente, dejando que cayera eternamente en el frío abismo, entumecida, ciega y sordamuda.
Inerte e inexistente.

2.7.09

Capítulo 14: La herida ♥


Ahí estaba Lucy, con los ojos llorosos y con una cara indescriptible. No sabía que pensar. Si yo era la mala que le había arrebatado todas sus esperanzas e iluciones, o yo solo era la persona que haría que ella entendiera que tenía que continuar con su vida y no estancarse en el pasado. Y no lo pude evitar, me dio muchísima pena.

Entonces, nuestras miradas se cruzaron. Era lo último que quería. No supe interpretar su mirada, tenía rencor y rabia, si que si, pero no era lo único. Fueron unos cuantos segundos, enseguida desapareció entre la multitud de estudiantes. Me quede media paralizada, y en estando entremedio de la multitud, valla porrazo que tube al caer ante unos cuantos empujones. Como es natural, no reaccionaba, aunque instantes después el dolor me hizo reaccionar con un grito que espantaría hasta a un fantasma. Claro que, el bullicio era tal, que apenas se escuchó. Ania y sus amigas, que ya empezaban a ser amigas mias también, corrieron a ayudarme.

Yo solo me logré sentar y me frotaba la pantorrilla. Me dolía mucho. Entre todas intentaron pararme, pero me dolía demaciado como para mantenerme en pie. Poco a poco la gente al rededor ya había vuelta a clases, a exepción de mis amigas. Como ellas no conseguían nada,
Caro fué a buscar al profesor de educación física. Al los pocos minutos llegaron.

- Valla, te has dado un buen golpe, ¿no? -me dijo el profesor con cara de angustia, al tiempo que se agachaba para poder examinarme.

- Ni me lo diga, profesor. -repliqué con las lagrimas apunto de salir, y con cara de sufrimiento. Que ironía, ahora la que lloraba era yo.

- Chicas vuelvan a su clase. Esto no es un espectáculo. -les dijo el profesor a mis amigas, las cuales se fueron cabizbajas, diciendo algún que otro reclamo.

- Vamos a ver.. ¡uff! -En ese momento me bajó el calcetín de la piernas izquierda, que me llegaban casi hasta la rodilla.

- Eso se ve feo.

- Vamos a enfermería para que te pongan algo.

Tenía una herida no de esas menores, de hecho, se me había manchado el calzetín con sangre. Estaba en medio de la pantorrila, se veía horrible. Además, me dolía demaciado. La enfermera me la limpió, desinfectó y vendó. Me dijo que cicatrizaría en dos semanas más o menos.

¡¡DOS SEMANAS!! que tortura. No podría usar más shorts ni faldas, a menos que quisiera mostrar mi "sexy" herida. Me dió una píldora para el dolor, y un té para que me serenara. Estaba muy irritada a decir verdad. Tube que esperar hasta la siguiente hora de clases en ese horrible lugar, ya saben, lleno de vendas, parches, y un olor.. no lo sé. Mezcla de sangre y desinfectante para pisos. Realmente horrible. Mi primera visita a la enfermería antes de que se cumpliera siquiera una semana se clases. Si que soy especial.

Al fin termino esa incesante hora y pude salir de allí, no sin cierta dificultad, aunque ya estaba mucho mejor. En el camino hacia mi sala (no tenía ganas de pasar el recreo afuera de la temperada y tranquila sala) me cruzé con varias caras que me miraron de pies a cabeza, y se centraron en la horrible venda que llevaba. Ponían cara de "pobrecilla, que torpe es" me ponían de los nervios. Cuando llegué a mi destino, me esperaban mis amigas allí y alguien más. Se imaginan quién, ¿o no?

- ¡MI AMOR, MI AMOR! ¿qué te hisieron? ¿quién fué? dime, que yo les pego, son unos hijos de..

- De su madre Fabián, Dios, tranquilízate, no fue nadie, yo me caí solita y sin ayuda. -mis amigas casi desfallecían de la risa ante la escena.

- ¿Segura? no te creo. Quizás hasta te amenazaron para que no dijieras nada. No puede existir gente hací. Se deverían morir todos esos idiotas.

- ¡FABIÁN! ¡EL ÚNICO IDIOTA A 100 METROS A LA REDONDA ERES TÚ! ¡QUE NO ME HISIERON NADA!, ¿TANTO TE CUESTA ENTENTER ESA SIMPLE FRASE?

- Pe pe perdón.. esque yo.. yo realmente me preocupé.. a a además los rumores tu saben que cambian un poco..

- ¿Qué te dijeron? -dije intrigada. Odio que hablen cosas acerca de mi que no son ciertas.

- Nada.. -su expreción cambio radicalmente de preocupación y odio, a alivio y satisfacción- lo único importante es que estas bien.. bueno medianamente bien y que estás a mi lado..

- No, de verdad me interesa saber que dijeron, adem... -me interrumpió con un enorme beso de esos que no te dejan respirar. Claro que, no duró mucho porque otra de las cosas que odio, esque nos miren.

Al despegarme de él, horrorizada miré hacia donde estaban mis amigas, que ahora, además de ellas, estaba la mitad de la clase, incluida Lucy, entrando. Mierda mierda mierda. Ella solo atinó (con lágrimas saliendo de sus ojos) a correr fuera de la clase antes de que la profesora llegara. Este si que deviera de ser un mal día para ella, y ni hablar para mi, ya que su sufrimiento era también mio, aunque suene exagerado, la comprendía perfectamente. Miré a Fabián, que estaba serio, pero con una chispa de algo que no logré descubrir. ¿Soberbia, triunfo o alegría? pues no lo sé.. solo sé que seguido eso me abrazó y se fué hacia atrás a su mismo puesto de antes. Yo estaba paralizada (si, nuevamente) y tenía pena, desesperación y los nervios de punta, asique Ania me arrastró, literalmente, hacia un banco en el cual nos sentamos las dos.
Y ahora, ¿que debo pensar?

8.6.09

Capítulo 13: Las amigas de mi amiga ♥

No quise darle más vueltas al tema, así que decidí finalmente dejar de pensar en ello. En el recreo, le dije a Fabián que quería hablar con Ania, así que me separé de él por ese rato. Cuando al fin la encontré, entremedio de los cientos de jóvenes que estaban en el patio, la vi junto a tres chicas.

- Hoy ni siquiera me has saludado. ¿Qué ocurre?

- Y entonces le dije.. ¡ah! Hola Sam, ¿qué dices?

- Que hoy no me has saludado, de hecho, ni siquiera me has mirado y apropósito, ¿quiénes son ellas?

- Lo siento, lo siento.. es que estaba tan distraída con mis amigas, te dije que no las veía hace mucho. Este, te las presento. Ella es Carolina (señaló a una chica no tan guapa, pero se veía muy simpática, tenía el pelo negro más o menos largo y la piel blanquísima), ella es Lizeth (esta vez señaló a una chica que se veía muy madura, algo seria. Tenía unos ojos grises muy especiales, y el cabello rubio ceniza le caía hasta los hombros), y esta es Jesús (a la que me presentó era una chica bastante normal, con los ojos café claro y un cabello marrón claro muy lacio).

Todas me saludaron de besos. Nos sentamos en las bancas donde siempre nos sentábamos con Ania y comenzamos a hablar. Los primeros minutos estuve algo incómoda, ya que hablaban de cosas sobre las cuales no podía opinar, ya que desconocía el tema o simplemente no sabía que decir, ya saben, hablaban de cosas que habían vivido juntas, otros amigos en común, etc. Anastacia lo notó, así que poco a poco fue desviando el tema a algo en el cual pudiéramos participar todas, eso me gustó. La verdad es que eran muy simpáticas, sobre todo Carolina, la más fría era Liz (no le gustaba su nombre completo, así que enseguida me dijo que le llamara así) pero al fin y al cabo todas eran unas buenas chicas.


- ¿Y vas a ir el próximo viernes a la fiesta que organiza el tercero medio? –me preguntó Jesús.

- La verdad es que no tenía idea de que había una fiesta.. –valla, hace como dos meses que no voy a una, ya saben, a la última que fui, fue la que me organizaron de despedida en Santiago.

- Pues vamos todas juntas, y nos arreglamos en mi casa. Ese día mi mamá se vá a casa de su hermana, y mi padre trabaja hasta a la noche, ¡así que será una tarde de chicas! –propuso Carolina, muy entusiasta.

- Pues yo me apunto. –dijo Liz.

- ¡Yo también! –dijo Ania, cautivada por la idea.

- Por su puesto que yo también. ¿Qué dices tu Sam?

- No me queda otra alternativa. Además será entretenido.

- ¡Así se habla Sami! –me dijo Carolina en tono cariñoso, cuanto quería a esa chica. Si, la conocía de recién, pero es que era simpatiquísima y muy adorable.

En ese instante sonó el timbre, y corrimos hacia la entrada. Y ahí estaba, caminando con la cara roja, como cuando has llorado. ¿De qué me perdí?

3.6.09

Capítulo 12: ¿Dónde está? ♥

Me desperté como cualquier otro día. Nada fuera de lo común. Me lavé la cara y me peine. Adoraba mi cabello, hace más de 6 años que no me lo cortaba, y amaba el resultado. Lo que más quería de pequeña era tener el cabello al estilo "rapunzel" ya saben, extra largo. Me vestí con el uniforme (¡puaj!) y fuí al comedor. Ahí estaba mi madre haciendo hot-cakes (ñami, mi desayuno preferido) mientras Cris leia el periódico.

- Hola mamá.

- Hola cielo. Enseguida te sirvo el desayuno. -dijo mi madre, con el mismo tono de resfriado de ayer.

- ¿Qué tal la noche Sami? -me preguntó Cris.

- Normal, aunque no descansé mucho.

- Pues acuestate más temprano. -dijo medio reprochándome.

- ¿¡Qué!? si me acosté a las 11.00, ¿no te parece bien?

- Jajaja, es broma, es broma..

- Já já já -dije en tono irónico. Cris siempre me hacía ese tipo de bromas, las cuales no me causaban ni una pizca de gracia, mientras que el se mataba a risotadas.

Después de desayunar (y de cepillarme los dientes obviamente) me dirigí al colegio. Feliz, a ver a mi nueva amiga, y bueno, a mi.. novio. Si, a mi novio. A mi hermoso y amado novio.

Llegué al colegio y estaba Rocío en la entrada. Parece que había llegado un poco temprano. Nos sentamos en las mismas bancas que nos habíamos sentado hace un día y combersamos de todo un poco. Ella se había hecho nuevas amigas en su curso (que eran las que había visto con ella en algunos recreos) y bueno yo le conté con lujo de detalles lo de Fabián y también le comenté sobre Ania, mi amiga. Y sonó el timbre, asique nos dirijimos cada una a su clase.

Al entrar a mi clase, encontré a Ania sentada con otra chica, y ni siquiera me miró. Que mal educada. Miré al rededor y habían poquísimos asientos disponibles, o me apuraba, o me tendría que sentar con cualquier persona. Divisé en la última fila a ya saben quién, y me hiso señas de que fuera hacia allá. Me sonrojé y me negué, que vergüensa. ¿Estaría loco? jamás demostraba sentimientos en público y tampoco me caería muy bien que me presentara a sus amigos como "su novia". Pero ya saben, al final su encanto me convenció y tube que ir a donde él, lo que al final no resultó del todo malo.

Al estar a eso de un metro de su cuerpo, el se paró de su silla y me rodeó con sus fuertes brazos mi cintura y me acercó hacia él, lo que produjo diferentes tipos de chiflidos y gritos. Me sonrojé a más no poder, pero estaba feliz.

- Hola mi amor. ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? -a eso yo solo pude asentir. No me salian las palabras.- Bueno, ese tal "Camilo" que te dije, ese que me fué a buscar, es él, por si acaso no te recuerdas.

Entonces me saludo de beso (en la mejilla por su puesto) un muchacho largo y flaco, con el pelo enredado y despeinado de color bronce y ojos café oscuro, casi negro. Era muy guapo, pero más lo era Fabián.

- ¡Eh! es mi chica, no te pases. -dijo Fabián abrazandome más fuerte y corriendome hacia un lado, para que Camilo no pudiera darme el beso en la mejilla.

- Ya, ni que la fuera a raptar, tan solo la iva a saludar. Y bueno esto.. eh, ¿que iva a decir? ah.. ¡ya sé! me puedes decir Milo. ¿Conoces esa marca de cereales y de polvo para leche? así mismo. -me dijo simpáticamente. Parecía distraído y muy chistoso.

- Yo soy..

- Samantha. -me interrumpió "Milo" antes de que pudiera decir siquiera mi nombre.- Fabián no nos a parado de hablar sobre ti desde el día en que te vió en el Mc Donals, sé hasta de que marca eran los pantalones que llevabas ese día. Es apestante. -dijo agobiado.

- ¿No te dije yo que me enamoré perdidamente de ti? -me dijo Fabi, dandome un beso, no muy largo claro porque estabamos en medio de la sala de clases.

- ¡Ya! nada de escenitas aquí, ¿ok? y no es por nada pero la profesora entró hace 5 minutos y creo que ha observado todo. Valla lío. -dijo Milo asqueado.

Nos dimos vuelta todos, digo todos porque eramos Fabi, Milo, yo y otras chicas y chicos que al parecer eran amigos de ellos. Pero no alcanzó el tiempo de precentarnos. Corrímos ha sentarnos y comenzó la clase. Menos mal que la profesora no se percató de nuestra "escenita", si no me moriría de vergüensa. En este caso me senté con Fabián, y el no paró de darme besitos cada vez que la profesora se daba vuelta. Estaba en las nubes. A penas entendía si me hablaban.

Solo una cosa me despejó la mente. ¿Y Lucy? no me atreví a preguntar. ¿Donde estaría? si esque está por acá, ¿nos habrá visto?. Espero que no, pobre chica.


30.5.09

Capítulo 11: Fabián y Samantha ♥

No sé cuantos minutos pasaron. Podía pasarme así toda la vida. Amandole, estando con él. Sé que parece un sentimiento apresurado, pero yo lo sentía así. Recuerdo que una vez de niña le dije a mi madre "puede que ame a algún hombre alguna vez, pero jamás lo amaré tanto como a tí" ahora esas palabras eran absurdas. Claro, la amaba muchísimo, pero este amor era diferente. Un amor tan puro, tan limpio, algo nuevo, algo digno de experimentar. Algo hermoso. Nunca me había sentido tan feliz, se me olvidaron todas mis preocupaciones y todos mis deberes, mis responsabilidades y mis ideales. Que locura amar a alguien de ese modo. Pero, ¿saben que es más loco? que esa persona te ame de igual forma a ti. Un delirio total.

Mientra le abrazaba, tenía los ojos cerrados. Disfrutanto el momento. Pero al parecer, más que un momento fue una hora o algo así, no lo podía creer cuando abrí los ojos, ya estaba atardeciendo. Me separe de un impulso de Fabián y me incorporé, cojí mi mochila (la cual había dejado en el suelo) y me dispuse a caminar, pero se me olvidaba lo más importante. ¿Qué era?

Pues claro, en un impulso medio frenético por el miedo a que mi madre me retara mezclado con la lejanía de mi casa, me olvide completamente de que la última hora había estado abrazada con mi enamorado, y que antes de eso le había besado. Me di la vuelta y corrí desesperadamente los pocos pasos que había dado hacia él, y poniendome de puntitas (el era algo más alto que yo) le abrazé. Él también se había parado y tenía cara de confusión. Le miré hacia arriba y le dije:

- Lo siento, fue solo un impulso.

- Al menos te despertaste, creía que no lo harías nunca. -¿despertarme? ¿de qué hablaba?

- Pero si yo no me he dormido. -añadí con confusión.

- Jajaja ya, cuentame que has estado asiendo con los ojos cerrados apollada en mi pecho la última hora. -dijo con tono burlesco. Ante eso me sonrojé.

- Esto.. yo.. disfrutaba de estar a tu lado, no me quería separar de ti.

- Te ves tan linda cuando te sonrojas -eso solo logró que me sonrojara más aun.

- Aún tenemos muchos años para estar juntos, ¿de qué te preocupas? -añadió con tono sumamente decidido. ¿A qué se refería? ¿somos novios ahora o qué?

- Entonces.. supongo que ahora somos nov.. digo.. esto.. ¿qué somos nosotros?

- Mira, ojala fuera así de simple. Yo ya te considero mi novia, pero claro que a las mujeres les gustan las cosas más formales. -en ese instante se separó un poco de mi, se agachó y apolló una rodilla en la arena y me tomó una mano (típica de cuando te piden matrimonio).

- ¿Quieres ser mi novia hasta que el destino nos separe o vivir siempre juntos y luego casarnos? -le quería gritar que si, pero algo me detenía. "O vivir siempre juntos y luego casarnos" eso era una declaración fuerte. Realmente estaba tan enamorado como yo, ¿o esa era su táctica para conquistar a chicas?

- Yo.. si quiero. -me sonrojé a más no poder. Que momento más único.

Se paró me abrazó con todas sus fuerzas. Casi me deja sin respirar. Él lo notó, me soltó y me tomo de las manos. Y me dijo:

- Lo siento, no mido mi fuerza. Esque siento la necesidad de meterte dentro de mi corazón, y abrazandote fuerte es la única forma que siento que estoy más cerca de hacerlo. -que ternura, es demaciado tierno. ¡Le amo tanto!

- Eres un ángel. No me quiero caer nunca de esta nube, pero cuidado con esos abrazos, que me puedes matar por dejarme sin respirar. -le dije reprochándoile, pero también con amor. Él me sonrió pícaramente, y me dijo:

- Esto si que te dejará sin respirar.

Y se me abalanzó. Me dio un beso apasionado tras otro, me mordía el labio inferior, me tenía agarrada de la cintura. Y bueno, yo como no soy tan tonta, aproveché y le devolví los besos. Cuando por fin lo dejamos, la verdad esque si, me quede sin respirar.

- ¿Ves que te dejé sin respirar? -dijo con un brillo especial en los ojos.

- No.. yo solo.. bueno si.. -admití finalmente.

- Apuesto a que te puedo matar de asfixia. -me sonrió de forma torcida (la sonrisa que me pone a mil) y me guiñó un ojo.- Pero obviamente no te quiero matar, que te amo mucho.

- Bueno, haber quien mata antes al otro.

Y bueno, esta vez yo fui la lanzada, me abalanzé a su cuerpo tan fuertemente que nos caímos al suelo. Como yo fuí la que lo empujó quedé encima de él, y bueno estaba con la falda del cole, asique eso hacia que cualquier hombre se quisiese aprovechar de la situación, pero el esperó paciente a que yo tomara la iniciativa, que buen chico. Me acerqué a su cara y volvímos a lo anterior; más y más besos apasionados, llenos de amor y de deseo. Esta vez era su turno, asique me volteó rápidamente quedando esta vez él encima mio, claro que él era mucho más pesado, y lo sabía, asique no cargo nada de su peso y con las manos apolladas en la arena (al lado de mi cabeza, una a cada lado) se acerco, y bueno adivinen en que nos pasamos los 10 minutos siguientes. Si pensaron en besos y más besos, acertaron.

Encontré el momento adecuado para detenernos. Ya era tarde, casi estaba oscuro y estaba llena de arena. Además, no había almorazado ni nada, y había faltado a física (tenía clases de física esta tarde, ¡ouch!) asique me separe de él, me levante y sin perder tiempo comenzé a sacudirme la arena.

- ¿Esque no te han gustado mis besos? -me dijo con carita de niñito triste. Que ternura.

- Ay, obvio que si Fabi (ahora que tenía tanta confianza con él, como no decirle así) pero esque mira la hora que es, ¡y tengo un hambre que no te cuento!

- No será de esto, ¿o si? - dijo tomándome de la cintura y tomándome la mejilla con la otra mano.

- Ya basta, es mucho por hoy, ¿no te parece? me he saltado física, digo NOS HEMOS saltado física, no he almorzado y mi madre se va a enojar muchísimo conmigo por la hora que estoy llegando a casa.

- Ya vale, nos vamos.

Y partimos. A su lado el tiempo pasaba increíblemente rápido, era impresionante. A eso de segundos estabamos afuera de mi casa, me había ido a dejar. ¿No es lindo?

- ¿Ya estás feliz? -dijo un tanto enojado. Supuse que no se quería despegar de mi. Lo comprendia a la perfección, pero yo no era tan inmadura.

- Ya dejalo, pareces de esos niños mimados de la televisión.

- Pero esque no me quiero separar de ti, ahora que somos esto.. novios, no sé, siento que te voy a perder.. ¿por qué no me invitas a cenar? -tal cono intuí, cada vez le conocía mejor.

- ¿Te has pegado en la cabeza? -en mi vida mi madre me había dejado llevar chicos a mi casa. Ya saben, sobreprotectora o que se yo. No le gustaba que tubiera amigos hombres. A penas pasaba a Gaspi.

- Esta bien, esta bien.. nos vemos mañana supongo.. y bueno me voy..

- Que duermas bien y esto.. chao.

En ese momento los dos nos dimos vuelta, quedando de espaldas, para yo entrar a mi casa y él para dirijirse a la suya, pero, inevitablemente, nos vulvimos a dar vuelta quedando el uno al frente del otro y nos besamos. ¿Una despedida sin beso? ni lo sueñes.

Y hasta que se fué. Costó un poco pero, finalmente se fué. Me sentía liviana, feliz, gloriosa. Me sentia conquistada, enamorada. Sentía que mi corazón estaba lleno, me sentía satisfecha. Totalmente feliz. Oh oh.. ahora tenía que enfrentar a mi madre.. ¿qué le iva a decir? tal vez que..

- Hola Sam, ¿comó estas? -interrumpió mis pensamientos mi madre, la cual me dijo todo esto con tono gangoso, como cuando estas resfriada. Tenía los ojos rojos y la cara hinchada. ¿Qué le había pasado?

- ¡¡Mamá!! ¿qué te ha pasado?

- Pues nada.. no ves que me he resfriado..

- Vaya, que en la mañana no estabas así.. fue todo muy rápido no.. pero bueno, ya se pasará.

- Eso espero. Buenas noches hija.

- Buenas noches mamá -le dije con todo un poco extrañada, si, ya estaba oscuro y me había demorado mucho, pero tan de noche no era, por lo menos yo no me iva a acostar, eran recién ¡las 19.47! bueno, como comprenderán, en otoño aca en Chile ya esta oscureciendo bien temprano..

Las siguientes horas se me pasaron volando. Entre tantas ideas e iluciones, no me quedo tiempo más que para pensar. Que bello día, quizás que me esperaba para mañana. Llegó la hora de acostarce y así lo hise. Estaba cansada.

Mañana sería un nuevo día.

22.5.09

Capítulo 10: Sorpresas ♥

Me quedé al rededor de media hora pensando en lo ocurrido, no lo podía creer. Mañana volvería a verlo, en algo así como una cita. Aunque, no sé muy bien como lo va a llevar Lucy. Creo que me gané una nueva enemiga. Genial, no llevaba ni siquiera dos semanas y ya tenía una enemiga.. pero bueno, también tenía a un amor. De repente, siento que algo comienza a vibrar. Me quedé pensando que podía ser. ¡¡Claro!! mi celular, que torpe soy.

- ¿Diga?

- ¡Sam! te estoy esperando hace muchísimo rato, ¿estás bien? ¿dónde estás? ¿te raptaron? ¡¡responde hija, hija!! -mi madre es muy exagerada, pero bueno, la entiendo, era mi primer día de clases y además llegaría tarde a casa.. debe ser frustrante para ella.

- Mamá.. estoy bien.. me quede en el colegio un rato mas a.. esto.. a ¡estudiar! -mm.. no era muy buena excusa, pero luego inventaría algo mejor para explicarselo a mamá..

- Bueno, pero me llamas si te vas a quedar más rato, me tenías muy preocupada, vente inmediatamente o voy a mandar a los carabineros a buscarte.

- Ya voy, ya voy, hasta luego. -y corté.

Dios, que exagerada mi mamá. Salí del "escondite" y luego salí del colegio. Caminaba despacio por la vereda, paso a paso, igual que en la mañana. Cuidadosamente. Había un cálido sol, como de otoño, pero aun con un rastro de verano, agradable, no como el sol asfixiante de verano. A eso de los 20 minutos y algo llegué a mi casa. Mi mamá me esperaba junto con Cris, Rosi, mi tía Loreto, Isa, Gaspi, Alex y Cata. Rayos, se me había olvidado por completo que hoy era mi cumpleaños. Era la mejor sorpresa que mi madre y Cris me podían dar, traer a mis mejores amigos, aunque solo sea por un día. Por eso estaba nerviosa y alterada, porque no entendía mi retraso. Todos mis amigos, se me avalanzaron, luego de muchos abrazos, besos y felicitaciones, vino mi prima y me abrazó. No entendía porque en la mañana no lo había hecho, era extraño. Quizás no se había acordado.

- ¡¡Saaaaaaam!! te extrañaba tanto tanto. -dijo mi amiga Isa, con lágrimas en los ojos.

- Y yo. -dijo Gaspi intentando no quedar de lado.

- Y yo. -dijo Alex (otro de mis mejores amigos) también intentando no quedar de lado.

- ¿Y tu crees que yo no? o tienes retraso mental, o eres muy torpe para no darte cuenta de todo lo que te extrañabamos. -dijo Cata, una gran amiga, aunque no tanto como Isa. Ella siempre estaba con su humor un tanto cruel. Todos no reimos.

- Esto.. ¿conocen a mi prima? -dije yo, incorporando a Rosi.

- Claro que si, la hemos conocido antes organizando todo esto, es muy guapa. -dijo mi amigo Alex, mirando de forma poco caballerosa a mi prima, la verdad, esque era un poco lanzado.

- Mmm.. Sam, ¿y cómo lo llevas? supongo que 16 son varios años ¿no? -dijo mi prima, intentando evadir las miradas de Alex.

- Claro, pero bueno, uno tiene que envejecer algún día. A propósito, ¿porqué en la mañana no me saludaste?

- Esque era parte de la sorpresa hacerme la indiferente para que no le prestaras atención a que era tu cumpleaños, y luego te sobresaltaras más o algo así.

- Se han pasado chicos, y bueno, mamá también ha hecho lo suyo. Yo no me meresco esto. Mamá esta es la mejor sorpresa que has podido hacerme. De verdad, eres lo mejor. -dije de forma emocionada y la abrazé.

- Bueno, es lo mínimo que una hija como tu se merece. -todos se enternecieron ante la escena "madre e hija"

Después de el recivimiento, nos fuimos a almorzar a un restaurant de por ahí, la comida era exquisita. Estaba tan feliz, hace mucho que no era tan pero tan feliz. Luego de almorzar, mi prima Rosi y mi tía ya se fueron a su casa y mi madre y Cris se volvieron a nuestra casa. Asique, yo y mis amigos nos quedamos hablando y hablando toda la tarde, contandonos las cosas que nos habían pasado en este tiempo y un sin fin de cosas de jóvenes. No lo podía creer, ¡Isa estaba de novia con un chico nuevo de mi antiguo colegio! y Alex ya llevaba 2 novias este año, pero bueno, como él es, no duraron mucho. Catalina y Gaspar aunque no lo quieran, se nota que ahí pasa algo, aunque, aun nada confirmado. Se nos pasó la tarde volando, bueno, algún día tenía que llegar el final de este maravilloso día. Los fuí a dejar al terminal y nos despedímos. No quería que se fueran, hasta solté algunas lágrimas, quería que se quedaran para siempre cerca mio. Bueno, al final se fueron, y yo me volví a mi casa. No sabía si estar feliz por él maravilloso día que había tenido, o triste porque mis queridos amigos se habían marchado. Creo que sería mejor estar feliz, y conservar para siempre este maravillso momento en mi corazón. Ya en mi casa, cenamos y hablamos de este día. No mencioné mucho de la mañana en el colegio, no me interesaba comentarle hacerca de eso a mi madre y a Cris. Estaba tan feliz, con Fabián y la visita de mis amigos me sentía dichosa.

Luego de cenar, me duché y arreglé mis cosas para la mañana siguiente. Cuando desperté me sentía genial. Había dormido muy bien y estaba descansadísima. Me arreglé en un rato y me vestí con el uniforme. Fuí a desayunar, pero no había nadie en la cocina ni en el comedor, supuse que estarían durmiendo. Asique me serví cereales con leche.

Luego fuí al colegio. Y bueno, ahí estaba él. Tan hermoso como siempre, solo le sonreí y el me devolvió la sonrisa, no tubimos tiempo para hablar, puesto que la profesora ya había llegado. Las clases se pasaron volando, y mega aburridas también. En el recreo, salímos con Ania y le conté lo de ayer, estaba fasinada.

- Ya quisiera yo que me isieran algo así, y a propósito, ¡feliz cumpleñaos atrasado! no tenía idea, asique estás obligada a perdonarmepor no saludarte ayer jaja.

- Buen intento jaja.

- Bueno, ¿nos vamos? ya va a tocar la campana. Oye, mis amigas me dijeron que se habían ido una semana a la playa antes de que se acabaran los días de sol, asique en unos días estarán de vuelta, ahí te la spresentaré.

- No hay problema.

Entramos a clases y todo bien, aunque me tocaba física, sinceramente no le pego a esa asignatura, por suerte el profesor es simpático, y acepta mis reiterados equívocos. Las otras clases que tenía (lengua castellana y álgebra) se me daban mejor, aunque son igual de aburridas. Al salir de clases, a Ania ya la estaban esperando, asique se despidió y se fué, yo estaba dando la vuelta a la cuadra, dirijiéndome a mi casa, cuando una mano masculina y firme me agarra el hombro y me para en seco. Era Fabián, me quedé media paralizada, quería ver hacia todos lados para asegurarme de que nadie nos iva a ver, pero recorde que hoy no había venido Lucy, asique si ella no estaba, todo tomaba menos importancia. Me di vuelta en dos segundos y me quedé mirándolo, observándo su belleza. Hipnotizada por su mirada, y al parecer, el por la mia. No podía ver a nadie más que a él, estaba sumida en sus ojos. No sé cuanto rato habrá pasado, pero para mi fue eterno ese momento.

- Feliz cumpleaños atrasado. -dijo con una sonrisa que cegaría a cualquiera.

- ¿Cómo supiste de mi cumpleaños?

- Bueno, eso no importa, ahora te quiero llevar a un lugar, y darte una sorpresa. -dijo tiernamente, ¿más sorpresas? pensé yo.

- Esta bien.. -dije embobada- pero disculpame un segundo, tengo que hacer una llamada.

- No hay problema.

Llamé a mi madre y le dije que me iría a almorzar a la casa de una amiga y que llegaría más tarde porque luego me quedaría a estudiar en su casa, lo cual era una rotunda mentira. Ella se alegró de que estubiera haciendo nuevas amigas. Luego, caminamos largo rato con Fabián, quizás demaciado. Perdí la noción del tiempo. No hablábamos, solo nos mirábamos y nos sonreíamos, lo decíamos todo con los ojos. Cada segundo me enamoraba más de él. Al fin, llegámos a un sitio, dentro de la playa. Era hermoso, aunque no más que él. El sol de otoño, cálido y afectuoso, hacía qué todo tubiera un ambiente familiar.

- Bueno, aquí estamos. ¿Cómo lo encuentras? -dijo glorioso, había notado que el lugar me había encantado.

- Esto.. es precioso, es maravilloso. -dije mientras me sentaba en una roca larga, para poder observar el mar.

- Que bien que te gustó. -dijo mientras se sentaba en la misma roca donde yo me había sentado, se sentó al lado mio, pegado a mi cuerpo, aunque ubiera espacio para dos personas más alla. Me comenzé a poner nerviosa.

Nos quedamos así largo rato observando el paisaje. En ese momento uno de sus brazos se desliza por mi cintura y me abraza, obligando a pegarme más aun. A su vez, yo con mis brazos, le abrazé, encerrando su cuello y apollando mi cabeza en su pecho.

- Estoy enamorada de ti. -dije tan, tan naturalmente, que ni yo me lo creía. Me sentía tan bien con él, tan protegida, sentía que nadie podía separarnos.

- Yo también estoy enamorado de ti. Desde que te ví no te e podido olvidar, tu mirada me hipnotizó. -dijo de la misma forma que yo, seguro de si mismo.

Entonces me abrazó con más fuerza, y con su otra mano me levantó la barbilla, y me besó. Fue un beso dulce, largo, tierno, con mucho amor, fue hermoso. Luego la misma mano con la que tenía levantada mi barbilla, me la puso en la cintura, y me abrazó más fuerte aún, y me susurró al oido:
"Te amo".